Caneto, 21 niños sin escuela

Vecinos de Caneto en una fiesta infantil.
Vecinos de Caneto en una fiesta infantil.
Heraldo

Una escuela con 21 niños que lleva abierta cinco años se cierra por burocracia. En un pueblo reconstruido en La Fueva, Caneto, que ha sufrido dos despoblaciones y se ha rehabilitado las dos veces. Caneto ha resucitado dos veces. 

Las instalaciones están bien pero falta que el cambio del suelo de rural a urbano se lleve al catastro, lo que por lo visto tarda dos años (más que en la edad media). 21 niños entre los tres y los once años tendrán que ir a otro pueblo cada día por una pésima pista asfaltada de montaña, nieve y hielo, cuarenta minutos de riesgo, y volver. Es un disparate. Visto desde lejos son cifras y papeleos, dos años para actualizar el catastro. La noticia sigue viva, los padres no van a llevar a los 21 niños a la escuela a 40 minutos, donde tampoco cabrían con los que hay. Visto desde lejos es un disparate. La administración no responde, no actúa, no funciona. ¿Quién impugna un mínimo cambio del plan urbanístico en un pueblo que casi no existe? ¿Hay litio por ahí? ¿Acaso viento y sol? Si falta incluir la escuela en el registro y en la ley, se puede hacer. Hasta tiene internet la escuela, agua, luz… ¡hasta niños! Una escuela con 21 niños, cuántos pueblos los querrían. La administración, la política, ha de dar respuesta conforme al sentido común. Un pueblo que ha resucitado dos veces y es castigado por fleco kafkiano, Kafka en La Fueva. Los mismos vecinos, cincuenta personas, se plantean irse: sin escuela no hay vida. Que Caneto no sea el pueblo que se vacío tres veces. Con dos ya vale. Ya valió.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Mariano Gistaín)

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