No es Sánchez

Pedro Sánchez fotografiado durante un mitin en Galicia.
Pedro Sánchez 
Lavandeira / Efe

Se atribuye al filósofo presocrático Anaxágoras (500-428 a. C.) la frase "si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía". Llevo un tiempo buscando la fuente original y todavía no he conseguido encontrarla. He probado a preguntar al Chat GPT, por si su ‘chabot’ de inteligencia artificial tenía una respuesta precisa, pero no he llegado a nada. 

No tiene suficiente información en su base de datos. Tengo que seguir indagando y leyendo para saber si hay o no respuesta, lo cual es, posiblemente, un vicio. Buscar quién dijo qué, cuándo y cómo tiene algo de adicción. Cuando se consigue produce un placer íntimo, difícil de explicar. Similar a aquello de ¡eureka!

El enorme poder de las nuevas tecnologías para contrastar información nos permite comprobar, con facilidad, cuántas veces Pedro Sánchez ha dicho una cosa para después desdecirse y afirmar la contraria

No obstante, es una tarea si no con fecha de caducidad, en proceso de cambio. Al paso que evolucionan las tecnologías de la información y eso que llaman ‘inteligencia artificial’ permitirá optimizar la gestión de estás búsquedas. Ahora ya hemos multiplicado la velocidad y la accesibilidad. Con la proliferación de webs y de buscadores hemos vivido un cambio de cuyos efectos todavía no somos completamente conscientes. Hemos abierto una ventana al océano del conocimiento y otra al de la ignorancia. Pero, en cualquier caso, la memoria humana –tanto individual como colectiva– está ante una prótesis inmensa al alcance del ratón y de la pantalla. Basta con tener un hebra para tirar de un hilo, incluso perdido e ignorado, y deshilvanar la madeja de datos que se encadenan. Es posible buscar y encontrar a ritmos que antes llevaban semanas, meses e incluso años en bibliotecas digitales, en documentos inmensos, procesando páginas, superando cualquier capacidad de lectura no mediada por computadora. Así, se encuentran las palabras clave en un santiamén. Se separa el grano de la paja. Usando estos artilugios y herramientas, queda lo esencial del conocimiento humano: pensar.

El sueño de los enciclopedistas ha sido rebasado. Aunque falta un buen trecho para alcanzar aquel ideal que empujaba el pensamiento ilustrado: ‘sapere aude’. Pero ya no es igual. La información al alcance del botón amplía las oportunidades para razonar. Sin embargo, con esa acción no es suficiente. No basta con preguntar al buscador de turno o a Siri para que facilite la tareas. Hace falta metabolizar esa información para que sea eficaz y no produzca ‘infoxicación’ ni saturación cognitiva. Por eso es ineludible reflexionar, no basta con rastrear las cosas y acumular datos. Ni reproducir discursos, grabaciones, audios y vídeos que recogen testimonios como nunca antes. Las hemerotecas y videotecas están ahí para aprender de lo que se dijo, de cómo y cuándo se dijo. E incluso construir versiones falsas y tergiversar los hechos. Este horizonte tecnológico obliga más si cabe a potenciar el pensamiento crítico y seguir aprendiendo.

Si nos vuelve a engañar es porque nos dejamos

Se ha conseguido mucho, se ha dado un gran paso como por ejemplo, con Wikipedia. Pese a las controversias que genera –y el desprecio de algunos listos– esta obra colaborativa es una muestra paradigmática. Quien quiere buscar encuentra, puede contrastar, revisar e incluso corregir las posibles respuestas a las preguntas que requieren de conocimiento sedimentado en el poso del tiempo. Precisamente ahí, buscando qué se dice de Anaxágoras, aparece una pequeña pista. En el apartado de ‘enlaces externos’ remite a Wikiquote, que "alberga frases célebres", donde proponen dos versiones. La ya mencionada al comienzo y una alternativa, mejor expresada: "Si te engañan una vez, culpa al otro; si te engañan dos veces, cúlpate a ti mismo". A partir de ahí, se abre el mundo digital para ‘googlear’ y comprobar.

Un ejemplo. Cualquiera pueda ver y escuchar las incontables veces que Pedro Sánchez ha dicho una cosa y después otra. Es un mentiroso reincidente y contrastado. Cualquiera puede culpar al presidente en funciones del primer engaño que perpetró, pero las siguientes trolas de la lista ya son otro asunto. Su séquito de apesebrados, dependientes de prebendas y mamandurrias, las aplaude. Son los primeros en sumarse al clan que trajina con la verdad para mantenerse en el poder sin importar cuántas veces se haya de mentir. Pero, como apunta Anaxágoras, después ‘cúlpate a ti mismo’. Y, por cierto, no es amnistía, es amnesia.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Chaime Marcuello)

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