Lo ha recordado al escuchar al rey Felipe en su discurso en el Palacio Real. Ante él, la princesa Leonor observaba a su padre con semblante serio. A ambos lados de la heredera al trono estaban sentados los dos únicos ‘padres’ vivos de la Constitución: Miguel Herrero de Miñón y Miquel Roca.

Aquel 30 de enero de 1986, jueves, fue al instituto como cada día. Cursaba el temido COU, cuyos resultados serían decisivos para su futuro. Mientras ella estaba en clase, su quinto Felipe de Borbón juraba la Constitución Española en el Congreso. "¡La que le ha caído!", pensó al darse cuenta de la gran responsabilidad que asumía el heredero.

Recordó otra imagen del entonces Príncipe de Asturias, un niño de 13 años recién cumplidos, junto a su padre en la emblemática fecha del 23 de febrero de 1981. Fue la "noche de los transistores" en su casa y en la de millones de españoles. Aún sentía el temor de sus padres al pensar que se podían repetir escenas de la guerra y de los duros años posteriores, con tanta escasez de pan como de paz y libertad. Creían que la Constitución que sacaron adelante en 1978 ‘padres’ de voces tan dispares como el comunista Jordi Solé Tura o el líder de Alianza Popular, Manuel Fraga, o el socialista Gregorio Peces Barba, y que refrendó a una el pueblo español, garantizaban por fin un futuro democrático. Como más tarde se vería reflejado en la jura del príncipe Felipe y, este 31 de diciembre, de su hija Leonor ante los representantes del pueblo español: su compromiso a servir a la Nación cumpliendo los mandatos constitucionales.

Y le vino a la memoria una máxima que solía decir su madre: "Hay cosas que no se valoran hasta que se pierden".