Mala conciencia

El presidente de la Genaralitat, Pere Aragonés tras intervenir en la Comisión General de las Comunidades Autónomas, este jueves en la Cámara Alta.
El presidente de la Genaralitat, Pere Aragonés 
Daniel González

De un tiempo a esta parte, me desvela un sueño recurrente en el que Carles Puigdemont desfila en cuadriga entre un gentío que enarbola ‘esteladas’. Va de pie, hierático, acompañado por Laura Borràs y Pere Aragonès. 

La primera lleva las riendas con las que dirige el trote lento de cuatro corceles amarillos, y el segundo musita repetidamente al oído del líder la versión local del ‘memento mori’ latino: "¡recorda que ets mortal!".

Siempre acaban despertándome unas voces que gritan "¡president, president, president!", de un modo más y más ensordecedor. En cuanto me incorporo, con los ojos abiertos, la respiración entrecortada y el corazón desbocado, sé que estoy penando el delito de haber votado a Satán en las últimas elecciones.

En general, cuando me desvelan esta y otras pesadillas, fruto de mi mala conciencia, me conforta contemplar por una ventana la quietud de la ciudad dormida. Así ha sido hasta que se me ha privado de este bálsamo, de este maravilloso bien público, al haberse instalado en el entorno de mi casa una red de carteles luminosos que emiten publicidad día y noche.

Por otra parte, la inmoralidad de dicha contaminación lumínica y del despilfarro que provoca, del que son responsables los mismos que exigen que ahorremos energía, no me consuela. Vengo comprobando que las culpas ajenas no merman el pesar de las mías. Efectivamente, cada palo aguanta su vela, a excepción de unos pocos elegidos, absolutamente inocentes, que, si no desfilan triunfales en cuadriga, navegan con motor fueraborda, dejando a su paso una espumosa estela de justa indignación.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Javier Usoz)

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