Vuelos cortos
Se considera vuelo corto al que puede realizarse en tren en menos de dos horas y media. Hace décadas que, debido a sus efectos contaminantes, se reclama eliminar el uso de aviones para distancias pequeñas. En mayo Francia se convirtió en pionero mundial ejecutando esa prohibición, condicionada a que existan por vías terrestres "frecuencias suficientes y horarios adecuados".
En la práctica ha supuesto la eliminación de los enlaces aéreos de París con Nantes, Burdeos y Lyon. En esa misma línea, Holanda estudia suprimir el trayecto Ámsterdam-Bruselas, que en tren se recorre en menos de dos horas.
En España, Ecologistas en Acción difundió hace escasos días un informe demoledor. Plantea el reemplazo de vuelos domésticos con alternativa ferroviaria inferior a las 4 horas, que eliminaría más de 50.000 operaciones aéreas y reduciría las emisiones anuales de CO2 en 300.000 toneladas, un volumen que impresiona, y al que se añaden, según esta organización, 408 toneladas de óxidos de nitrógeno y 2,7 de partículas en suspensión.
Actualmente, para desplazarse entre Madrid y Barcelona el tren ya controla casi el 80% de los pasajeros, pero en 2022 el ‘puente aéreo’ todavía realizó 9.639 vuelos. No tiene mucho sentido. El AVE traslada en dos horas y media y debe tenerse en cuenta el desplazamiento al aeropuerto, la antelación recomendada y el tiempo de recogida del equipaje.
Es cierto que las compañías de aviación han avanzado en la reducción de la huella contaminante, con aeronaves más ecológicas por materiales y consumo y la implantación de aeropuertos ‘verdes’. Se trabaja en los denominados SAF, combustibles de aviación sostenibles que reemplacen al queroseno, y nuevas formas de propulsión como el hidrógeno o la electricidad. Hay que aplaudirlo, pero mientras transcurren las décadas necesarias para esos cambios, la realidad hoy es que un avión emite 285 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro, un camión 158, un coche 104 y los eléctricos 43, un autobús 68 y el AVE 14.
La eliminación de los vuelos cortos no es un asunto para batallas políticas, es simplemente sensatez.
