Por
  • Luis María Beamonte

Locura autocrática

El secretario de Organización del Partido Socialista, Santos Cerdán y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, reciben a la portavoz de EH Bildu en el Congreso de los Diputados, Mertxe Aizpurua y al senador de EH Bildu Gorka Elejabarrieta, durante su ronda de contactos
Locura autocrática
Eduardo Parra / Europa Press

Que el Gobierno esté en funciones no imposibilita la función de control parlamentario. Existe jurisprudencia del Tribunal Constitucional (en sentencia de 2018 en contestación a un recurso presentado por el PSOE) que deja claro que estar en funciones no impide el ejercicio de vigilancia de la acción del gobierno en las cámaras.

Se puede entender la situación de un gobierno en funciones, pero esto nunca puede justificar el cierre de un parlamento, aunque ya es costumbre por parte de Pedro Sánchez, recordemos los tiempos de pandemia y aquí también hubo respuesta contundente del TC.

No es responsable ni ejemplificante que desde que tomamos posesión el pasado 17 de agosto no se celebren plenos en el Congreso de los Diputados, que el Gobierno se niegue a comparecer ante la Cámara, que no se celebren comisiones ni se convoque la Junta de Portavoces, ni se fije una fecha de investidura, todo es inadmisible.

La falta de actividad en el Parlamento no puede ser sustituida por una reunión del ministro del Interior en funciones con los portavoces de los grupos parlamentarios, ni la mera convocatoria de la Mesa del Congreso, tras la denuncia efectuada por el grupo parlamentario popular. Nada válida lo anterior, pues cierra la posibilidad de calificar iniciativas, ya que esto no es posible si no se convoca la Junta de Portavoces.

El Parlamento, secuestrado una vez más por Sánchez de la mano de su presidenta, Francina Armengol, títere y marioneta, que lo hace sin escrúpulo como ya lo demostró cuando aceptó aplicar una norma antes de ser aprobada y promulgada, véase la modificación del Reglamento del Congreso para el uso del catalán, gallego y euskera en el Cámara.

¿Y qué pretende Pedro Sánchez? Es evidente que lo que quiere es no dar explicaciones, negociar rodilla en suelo su investidura y agotar el tiempo para que sus supuestos socios elijan entre él o nuevas elecciones, sin que exista posibilidad alguna de cualquier otro escenario. Y mientras tanto asistimos a un teatrillo permanente donde: Un día Podemos se desmarca de Sumar y quiere trato diferenciado y al otro desacredita nuestra posición exterior. Otro día ERC dice que la amnistía es el punto de partida y ya lo da por descontado, para pasar a hablar de referéndum y de una financiación ideológica tal y como pretende Junts, todo ello sin dejar de mirarse de reojo, verdadero problema del transformismo permanente del ERC y del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès García, García de los de toda la vida.

El Gobierno en funciones mantiene inactivo el Congreso de los Diputados mientras negocia con los enemigos de la Constitución para seguir en el poder

Al mismo tiempo, el PNV se hace valer, pero se achica ante Bildu, mientras los de Pedro Sánchez intentan convencer a PNV y Bildu de que les va a llegar el premio en el País Vasco y Navarra, e incluso la posible solución a los presos de ETA, claro está. No olvidemos que han sido 3.500 atentados, más de 850 asesinados, 2.600 heridos, 7.000 víctimas, 90 secuestrados y que quedan cerca de 400 crímenes sin resolver.

Y un día Puigdemont manifiesta a los suyos que las exigencias van por buen camino para el siguiente manifestar que el diálogo está bloqueado, eso sí, todo ello se debe someter al ‘Consell de la República Catalana’. Puigdemont trata a Sánchez ‘de presidente a presidente’, uno con sede en la Moncloa y otro en el exilio. Salió en el capó de un coche y quiere volver con honor y gloria, cual Tarradellas en 1977. Su vuelta fue vista por algunos como la victoria de una resistencia tras cuatro décadas de dictadura, a Puigdemont solo debería esperarle ser juzgado y asumir sus responsabilidades, pero eso para Pedro Sánchez es pervertir su deseo de poder.

Y todo ello bajo el silencio enfermizo de un presidente del Gobierno en funciones y de un PSOE sometido a su propia debilidad con apariencia de fortaleza. Hoy Largo Caballero está presente en Pedro Sánchez, algunos de su famosos pensamientos tendrían una vigencia matizada actualmente, como su famosa frase: "La democracia es incompatible con el socialismo". Pero también observamos cómo esa manifestación, de ese curioso personaje que repudiaba la democracia liberal, los derechos humanos y el parlamentarismo casi tiene vigencia actualmente: "Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución, tendremos que conquistarlo de otra manera".

Y es que está muy claro, hay un golpe de Estado y el presidente del Gobierno, en vez de ponerse al lado de la ley y el orden, se pone de parte de quienes han provocado ese golpe y se sitúa en contra de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que pretenden guardar el orden constitucional. Si hay que pactar con quienes llevan en sus listas condenados por terrorismo que no han condenado los crímenes efectuados, que siguen asistiendo a homenajes y se mofan de las víctimas, pues no pasa nada, se hace.

Porque tampoco hace falta profundizar más, con matices e instrumentos distintos, la locura autocrática la comenzamos a ver ya hace tiempo. Si queda sensatez y juicio, que sean los españolas los que tomen la palabra.

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