Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

La lección de Liberty Valance

La lección de Liberty Valance
La lección de Liberty Valance
POL

La que para muchos cinéfilos es una de las mejores películas de todos los tiempos, ‘El hombre que mató a Liberty Valance’ (1962), esconde una parábola política sobre la ley, el poder y los derechos de los ciudadanos. 

En el icónico wéstern de John Ford, Valance (Lee Marvin) impone sus normas con la fuerza que le da su pistola en un territorio indómito donde se levanta el pueblo de Shinbone. La contrafigura de Valance es otro tipo duro, Tom Doniphon (John Wayne), que vive adaptado al reino de la barbarie hasta que llega al pueblo un joven abogado, Ramson Stoddart (James Stewart), que trae consigo la ley y la civilización. Valance quiere acabar con Stoddart para impedir que la ley acampe en Shinbone, pero Doniphon se pone de parte del abogado y, ensuciándose él las manos, mata al pistolero. El personaje de John Wayne comprende que debe facilitar que el Derecho desplace a los rifles porque la ley es la única defensa posible de los débiles frente a los más fuertes y poderosos.

Resulta útil volver a ver la película estos días en los que con frecuencia se habla en España de la ley y la Constitución de 1978, tanto por las negociaciones del PSOE y Sumar con los independentistas y con quienes siguen sin colaborar en la investigación de los crímenes de ETA, como por la jura de la Carta Magna por parte de la princesa Leonor.

Cuando John Ford rodó su célebre wéstern ya habían pasado más de veintitrés siglos desde que Aristóteles advirtiera que es peligroso que el poder no se halle regulado por las leyes y que esté exento de toda responsabilidad. Sin embargo, su mensaje era igual de necesario entonces que hoy: los ciudadanos somos los primeros interesados en que el imperio de la ley no tenga fisuras.

Los españoles disfrutamos de un ‘Estado social y democrático de Derecho’. Así figura explícitamente en la Constitución de 1978 en su artículo primero. El Estado de Derecho significa que el poder también está sometido a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, de manera que, según la frase clásica, ‘gobiernan las leyes y no los hombres’. En consecuencia, lo que no puede hacer ningún Parlamento (Poder Legislativo) es permitir que los partidos en el Gobierno (Poder Ejecutivo) adapten la Constitución, los reglamentos y los estamentos jurídicos (Poder Judicial) a su conveniencia porque las leyes son precisamente la principal defensa de los ciudadanos frente a la tiranía y las arbitrariedades de los poderosos.

Hoy, cuando la Constitución está en el centro del debate público, hay que recordar que nuestro Estado de Derecho significa que el poder está sometido al
ordenamiento jurídico, de manera que ‘gobiernan las leyes y no los hombres’

Arbitrarios son los que hoy negocian bajo mano una ley de amnistía con el líder (fugado de la Justicia) del partido que se quedó en quinta posición en Cataluña en las últimas elecciones, pero pieza básica para que Pedro Sánchez y Yolanda Díaz sigan gobernando. Puigdemont nunca ha sabido lo que es el respeto al Derecho, tampoco qué es la democracia, porque es un nacionalista identitario que sitúa ‘su’ nación siempre por encima de los derechos de los ciudadanos. En 2017 demostró que cuando se trata de elegir entre la democracia y la nación, elige siempre la nación. Y lo más inquietantes es que, a menos que la democracia se lo impida, él y sus adláteres volverán en cuanto puedan a poner la nación por encima de la democracia.

En una de las escenas clave de ‘El hombre que mató a Liberty Valance’, el personaje que interpreta James Stewart da clases a los vecinos y escribe en la pizarra: ‘La educación es la base de la ley y el orden’. De repente, en el reino de la barbarie, la gente del pueblo se descubre como nunca se había visto, como ciudadanos con derechos políticos, como personas que toman conciencia de que necesitan las leyes para garantizar su libertad. 

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Javier Rueda)

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