Por
  • José Luis Merino Hernández

El respeto a los difuntos

El respeto a los difuntos
El respeto a los difuntos
Heraldo

Es una idea generalmente aceptada que los seres queridos fallecidos siguen vivos mientras permanecen en nuestro recuerdo. Cuando desaparece uno de estos seres, sus más allegados guardamos una imagen suya, a la que recurrimos cada vez que queremos invocarlo. Una imagen que procuramos represente al fallecido en algún momento de su vida que hayamos compartido con él.

Eso hace que muchas personas no quieran ver al fallecido cuando es expuesto en el tanatorio, para evitar gravar en su mente esta imagen como recuerdo. Con ello se quiere rememorar a la persona viva, huyendo del triste espectáculo de su cuerpo yacente.

Frente al pensamiento consciente, existe otra forma de recordar a los difuntos: los sueños (pensamiento inconsciente). En ellos podemos ser capaces de ‘vivir’ con los seres queridos fallecidos, hablar con ellos, verlos actuar en su vida cotidiana. Si, además, tenemos los llamados ‘sueños lúcidos’ –los que podemos controlar antes y durante su desarrollo– la ‘vivencia’ con el difunto se tiene con mayor intensidad. Precisamente, con este tipo de sueños se pueden evitar las imágenes desagradables del difunto.

En la sociedad moderna occidental se acude a dos diferentes procedimientos en el tratamiento de los restos de las personas fallecidas: la incineración y el enterramiento tradicional. Y en ambos casos, son muchos todavía los que honran a sus difuntos en el cementerio.

Empieza a ser frecuente en determinados medios televisivos la manipulación
de la imagen de personas fallecidas a través de la inteligencia artificial

A este respecto, hace algunos días, en la Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación, el académico Eladio Mateo Ayala reflexionaba en torno a los delitos contra el respeto a los difuntos, y recordaba el único artículo que el Código Penal español le dedica, considerando que se falta al "respeto debido a la memoria de los muertos" cuando se violan sepulcros, se profana un cadáver o sus cenizas o, con ánimo de ultraje, se destruyen, alteran o dañan las urnas funerarias, panteones, lápidas o nichos.

En el coloquio que siguió a la conferencia tuvimos ocasión de hablar de lo que algunos entendemos como una muy grave falta de respeto a los difuntos: la manipulación de su imagen a través de la inteligencia artificial, haciéndole aparecer en público, diciendo o haciendo algo, como si todavía estuviera vivo. Empieza a ser frecuente en determinados medios televisivos este tipo de ‘exhibiciones’, realizadas sin ningún pudor y con nulo respeto, ya no sólo a la persona fallecida, sino también, de forma muy importante, a sus seres queridos vivos; obligados, sin quererlo, a presenciar un ‘show’ televisivo que daña profundamente sus sentimientos.

Es evidente que los avances tecnológicos van muy por delante de las leyes, y que exigen de los legisladores una reflexión continua acerca de lo que esos avances pueden suponer de censurable. Una reflexión que ha de ser continuada, abarcando todos los aspectos de la vida actual, incluyendo el respeto a los difuntos.

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