Una llamada en persona personalmente

Sánchez, durante su conversación con Biden.
Una llamada en persona personalmente
Twitter/Pedro Sánchez

Según algunas informaciones, la última exigencia de Puigdemont para la investidura –bueno, penúltima, siempre penúltima– sería que, una vez cerrada la negociación, el propio Pedro Sánchez lo llame por teléfono para tener una conversación ‘de presidente a presidente’. 

No sería un mero detalle, muchos españoles veríamos esa llamada como una auténtica humillación personal que parece imposible que sea aceptada por el presidente de un Gobierno. Sin embargo, tal vez no fuera suficiente para sonrojar a Sánchez, que parece dispuesto a tragar con todo lo que Waterloo le ponga por delante. Lo que pasa es que el bochorno en el que incurriese nuestro gobernante caería sobre todos los ciudadanos y sobre la democracia. Hace unos días, el portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, acostumbrado también ya a tragar carros y carretas, no descartó la posibilidad de esa llamada cuando le preguntaron los periodistas. Y Sánchez se salió por la tangente ante la misma cuestión en la recepción del doce de octubre. 

Puigdemont exigiría que el presidente del Gobierno lo llame por teléfono

Por otra parte, la vicepresidenta Yolanda Díaz no tuvo empacho en retratarse toda sonriente con el prófugo, y el presidente en funciones ya ha telefoneado a Oriol Junqueras, el otro líder de los sediciosos, y no ha visto inconveniente en recibir a los representantes de Bildu. Así que no será raro que al final suceda lo impensable y que el presidente del Gobierno español acabe cerrando un acuerdo con quien dirigió un golpe contra la Constitución, y que encima lo haga, para redondear la afrenta, con una conversación, como diría un divertido personaje de Camilieri, "en persona personalmente".

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Víctor Orcástegui)

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