Jefe de Economía de HERALDO DE ARAGÓN

Trabajo codicioso

Las exigencias laborales dan lugar a los trabajos llamados codiciosos.
Las exigencias laborales dan lugar a los trabajos llamados codiciosos.
HA

La investigadora estadounidense Claudia Goldin, flamante Premio Nobel de Economía 2023, ha abierto un interesante debate relacionado con el mundo del trabajo en la actualidad que va más allá de «los avances» que ha aportado a «nuestra comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral», como argumentó el jurado para decidir concederle el galardón. La elaboración del concepto ‘greedy job’, trabajo codicioso, incluido en sus escritos, debería obligar a los máximos responsables de las empresas (grandes, medianas y pequeñas) a analizar sus formas de dirigir, siendo conscientes de que la economía de mercado ha introducido prácticas para ganar competitividad que nos están deshumanizando.L«¿Por qué hay algunos trabajos tan codiciosos?», se preguntaba en la edición de este fin de semana del ‘Financial Times’ uno de sus colaboradores, Tim Harford. El autor indicaba que un empleo de ese tipo es aquel que exige trabajar hasta muy tarde, responder al móvil en fin de semana o realizar un viaje de repente (a Singapur, decía) para una reunión, asumiendo que no hay nada que te impida llevar a cabo esas acciones. Si hablamos de la persona de una pareja, por ejemplo, encargada del cuidado de los niños, esa también tiene un ‘greedy job’, por lo que concluye que solo se puede ejercer uno de esos dos trabajos codiciosos al mismo tiempo.

Harford reseña como una práctica habitual entre parejas heterosexuales en la que ambos tienen buena formación que uno de ellos asume el cuidado de los niños (generalmente la mujer) mientras el otro trabaja a jornada completa. Ambos, claro, con ‘greedy jobs’. La solución si los dos tienen empleos bien pagados es a veces contratar a una asistente que duerma en casa, lo que añade a la ecuación a una persona más con un trabajo codicioso.

«¿Qué podemos hacer?», se plantea el autor del artículo, que cita a continuación una publicación de Claudia Godin en la que se compara el trabajo de los abogados con el de los farmacéuticos. El de los primeros, apunta, es «la quintaesencia» del ‘greedy job’. El de los segundos, a veces, se realiza con trabajos en equipo donde sus miembros se sustituyen unos a otros. En Estados Unidos, apuntaba la premio Nobel de Economía, no por casualidad, más de la mitad de los farmacéuticos son mujeres.

Godin, como Tim Harford, destacan la idoneidad de contar con más puestos de trabajo que sigan esa pauta y están esperanzados, como señala el columnista, en que las prácticas laborales introducidas durante la pandemia para facilitar el trabajo de todos los empleados de una compañía dejando que estos cumplan con sus obligaciones familiares evolucionen pensando en las personas. «Debemos esperar y ver o quizás deberíamos luchar para conseguir los cambios que queremos», concluía el texto del ‘Financial Times’.

Luchar por el cambio es la solución, pero yo no soy muy optimista al respecto. Las exigencias de las empresas, el sistema tan competitivo que tenemos con la obsesión de cumplir objetivos y ganar dinero, cuanto más mejor, complican la eliminiación de tantos y tantos trabajos codiciosos como los que abundan en nuestro mercado laboral. Un emprendedor zaragozano me decía recientemente que vivimos en un mundo con tantas exigencias porqueson muchos los que creen que van a vivir eternamente. Quizás solo tenemos que estar convencidos de que hay vida además del trabajo. ¡Vaya si la hay!

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