Nuestra democracia

Vista general del hemiciclo del Congreso.
Vista general del hemiciclo del Congreso.
Juan Carlos Hidalgo / Efe

La salud de nuestra democracia se está deteriorando por la falta de acuerdos entre los partidos con mayor representación política. Vivimos un escenario de continuos ataques y falta de diálogo entre los dos mayoritarios. La política es el ejercicio de la búsqueda del bien común para el país. La piedra angular de una democracia es la división de poderes entre el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial.

Vivimos una época en que los ataques al Poder Judicial y al Legislativo son continuos. Al Poder Judicial se le ataca no renovando el Consejo del Poder Judicial por no llegar a un acuerdo entre el PSOE y el PP. También se le ataca cuando se prohíbe la reposición de todas las vacantes del Tribunal Supremo por una medida que tomó el Gobierno, y también se le ataca cuando se critica por políticos a los jueces que conocen asuntos sensibles para la política de nuestro país.

Al Poder Legislativo se le menoscaba en su función cuando se abusa de decretos leyes que lo que buscan es evitar el debate parlamentario, cuando en su espíritu sólo deben usarse para casos de necesidad.

Otro de los problemas que vive nuestra democracia es utilizar la ley para atender necesidades de grupos minoritarios y de la conveniencia del Gobierno del país. También es un problema la actitud del Gobierno cuando no se tienen en cuenta los informes de los órganos constitucionales que asesoran al Estado; no sólo los ignoran, sino que además se les critica y desprecia. Así hemos vivido las rebajas de tipos penales delictivos para atender peticiones de grupos minoritarios; igual que hemos vivido la aplicación de indultos a políticos condenados, en contra del principio de igualdad de todos los españoles. La política no puede olvidar el espíritu de servicio al bien común, y no a los intereses gestionados por la profesionalización de los políticos.

El colofón del deterioro de nuestra democracia puede ser que se le dé la vuelta a todo lo que se vivió y vimos durante semanas en los telediarios y se quede en un perdón decidiendo que la aplicación del artículo 151 de la Constitución fue un grave error del Estado. ¿Es admisible en una democracia europea que un prófugo como Puigdemont tenga la llave del próximo Gobierno de España?

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Magdalena Lasala)

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