Por
  • José Badal Nicolás

Cosas del relato progresista

Cosas del relato progresista
Cosas del relato progresista
Heraldo

El presidente del Gobierno ‘progresista’ en funciones no rebla y, aun a sabiendas de que miente, sigue pregonando que "España va como una moto". En un artículo anterior ya refuté esta aseveración, que solo es fruto de la sesgada propaganda oficial y de la grave patología que aqueja al personaje. 

Voy a poner dos claros ejemplos de hasta dónde llega la tergiversación y opacidad de la grey ‘progresista’, con la Sra. Calviño y la Sra. Montero de protagonistas, ambas responsables de gestionar los caudales públicos, el parné de todos, vamos.

Nadie puede negarle a la ministra de Economía su empeño en navegar entre dos aguas, siempre con un ojo puesto en el ámbito doméstico y otro en Europa para cuando llegue el momento de dejar su actual sillón. En el transcurso de su labor profesional, esta señora ha conseguido el inigualable logro de disparar la cuantía de la deuda soberana, que ya supera el billón y medio de euros, pese a recibir el providencial maná de miles de millones procedentes de los fondos europeos ‘Next Generation’, buena parte de ellos todavía sin ejecutar. ¿Alguien me lo puede explicar? No vislumbro yo ningún tino en coger dinero llovido del cielo con una mano y dilapidarlo o distraerlo con la otra, incrementando a la vez la ya abultadísima deuda de nuestro país. Será cosa del relato progresista.

Esta señora haría bien en dejar su ministerio y marcharse allende nuestras fronteras (que es lo que aparentemente anhela), allí donde simuladamente la consideren una profesional competente en la gestión de fondos europeos y le tengan preparada una confortable poltrona para disponer del dinerito de Europa. A tenor de los datos y los hechos, creo que esta ministra ha hipotecado su prestigio, si alguna vez lo tuvo, por su ciega pleitesía a los turbios deseos de Pedro Sánchez. Ojalá pronto corra presurosa a desempeñar otro empleo mejor remunerado, de esos infinitos que la UE prodiga con exceso para contentar a algunos Estados miembros. ¿Qué menos que encomendarle otros deberes en el seno de la Unión de acuerdo con el principio de Peter? En pos de la ruina, puente de plata para tan ínclita funcionaria.

A pesar de lo mucho que presume el Gobierno por su ejecutoria económica, lo cierto es que los ciudadanos españoles no estamos notando ninguna mejora. Al revés

Otro botón de muestra es la ministra de Hacienda, la inefable Sra. Montero, una persona vital, animosa, entregada a la causa, rendida en intenciones a D. Pedro, como ya ha demostrado de sobra, incluso con exageración, jaleando a su señor sin el menor decoro ni rubor. Como consecuencia del incremento de los precios y de la inflación, el exceso de recaudación tributaria ha repuntado un 17,5% en apenas siete meses y ya roza los 150.000 millones, a lo que no es ajeno el IVA, impuesto en el que el aumento de los precios tiene una gran incidencia y que ha supuesto un crecimiento de más de un 20% respecto al año pasado. ¿Adónde va a parar el dinero acumulado? Hacienda nos cuenta que estos ingresos los emplea en medidas de ahorro para las familias. Pero esta milonga no cuela. La situación se agravará aún más cuando, siguiendo las recomendaciones de Bruselas, se eliminen de manera paulatina los tipos reducidos del IVA. No sé qué pasará entonces.

Fíjense en lo que ha conseguido: habiendo amasado más dinero que nunca en los últimos tiempos, es decir, habiendo metido mano en nuestras bolsas inmoderadamente, sin el menor recato, todavía nuestra economía no se ha repuesto lo suficiente como para recuperar o superar las anteriores cotas de bienestar. La merma de nuestro poder adquisitivo es un hecho innegable. El dinero fluye, es cierto, pero a la vista está que no hacia donde debe. Será cosa del relato progresista.

Ya me dirán ustedes cómo es posible que recaudando más en casa y recibiendo miles de millones de euros procedentes de la UE, la tasa de paro oficial en España no disminuya, sino que vaya en aumento, pues ya alcanza los 2.722.468 parados (al margen de la trampa de los fijos discontinuos); que los salarios continúen siendo insufriblemente bajos, vergonzosos, indignos de la cacareada ‘cuarta potencia económica de Europa’; que la deuda-país siga creciendo sin aparente control: 1.558.148,97 millones de euros en julio de este año, lo que supone una variación de 10.642,52 millones de euros en comparación con el mes anterior, según datos del Banco de España.

Ni la lluvia de miles de millones de euros con la que nos obsequia la UE, en teoría para fortalecer y renovar nuestro sistema productivo y aumentar nuestra pujanza económica, ha logrado disminuir hasta ahora la distancia sideral que separa la macroeconomía de la microeconomía. ¿Es esto lo esperable de un gobierno ‘progresista’? Lo que me sorprende es cómo aún subsiste esta sociedad adormitada, amedrentada, resignada, sumisa, silente, que no se subleva ante el sombrío panorama político, social y económico que nos aguarda a la vuelta de la esquina. Hace ya tiempo que el buen hacer y la cordura quedaron atrás en nuestra historia. Será cosa del relato progresista.

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