El ministro de Industria en funciones, Héctor Gómez, ha mostrado en Zaragoza su compromiso firme con que Aragón pueda albergar una fábrica de baterías de la mano de Stellantis. Aunque no ha concretado el tope de ayudas que el Gobierno estaría dispuesto a dar, ha dicho que el esfuerzo del Ministerio será del 220%, en referencia a las palabras del presidente Jorge Azcón de que el esfuerzo de la DGA para conseguir esta gigafactoría será del 120%. 

Lo importante es que ambas administraciones vayan de la mano para lograr el objetivo común. El ministro ya sabe de qué depende que la multinacional opte por Figueruelas: como sucede en estos procesos, su localización dependerá, entre otras cuestiones, del volumen de ayudas públicas que el grupo pueda obtener.

"Nuestra voluntad es total y absoluta, de la mano del sector, de la del Gobierno de Aragón y del resto de administraciones, de impulsar proyectos vertebradores para la automoción como este de Stellantis", ha dicho el ministro. Más allá de las declaraciones bienintencionados, el Ejecutivo debe demostrar con hechos cuál es su nivel de compromiso con que Aragón cuente con una fábrica de baterías para coches eléctricos. Aunque Figueruelas cuenta con bastantes posibilidades por su ubicación y porque el grupo (que agrupa a marcas como las europeas Opel, Peugeot, Citroën, DS, Vauxhall, Fiat, Alfa Romeo, Lancia, Maserati y Abarth; o las americanas Jeep, Chrysler y Dodge) es el principal productor de vehículos de la Península ibérica, varios países se disputan este proyecto industrial y se está organizando una especie de subasta para albergarlo, como ocurrió anteriormente con la gigafactoría de Volkswagen en Sagunto o la de Tata, que finalmente se construirá en el Reino Unido. El ministro conoce este juego global y debe poner en práctica el método para ganar las partidas.

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