Polarización también en educación

Polarización también en educación
Polarización también en educación
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Todos los comienzos de curso son complejos. Apertura de nuevos centros en el tiempo marcado, dotación de profesorado adecuada y justo en el momento de comenzar a impartir las clases. Para lograr el éxito es necesaria una adecuada planificación y gestión en tiempo y forma. 

Este curso parecía todo igual, pero había una importante diferencia: el cambio de Gobierno en nuestra Comunidad. Como todos los años hemos escuchado nuevas propuestas para mejorar nuestro sistema educativo. La primera fue una modificación presupuestaria que supone ampliar en un 33% la cuantía prevista para la educación concertada en Aragón, en los próximos tres años. Dicha modificación suele ser habitual cuando hay nuevas aulas a concertar o es necesario el aumento del gasto de mantenimiento de dichas aulas. Ahora bien, a la presentación de esta medida se la ha dotado de contenido político.

Para el nuevo Gobierno la libertad de elección de centro es un eje prioritario de su política educativa. Una vez más creo necesario que recordemos que una de las características de nuestro sistema educativo es su dualidad, la división en dos redes: la pública y la privada. Modelo que marcará las decisiones a la hora de aplicar los cambios en el sistema. Para entender la situación de nuestra educación sigue siendo necesario recordar el debate que se produjo en torno al artículo 27 de nuestra Constitución, que reconoce y garantiza el derecho a la libertad de enseñanza.

Politizar la educación, sumirla en las guerras culturales contribuyendo a la polarización de la sociedad no es buena política

Al escuchar la primera intervención de la responsable educativa en las Cortes de Aragón vino a mi memoria un texto de Jonathan Haidt, autor de ‘La mente de los justos. Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata’ (2012). La polarización política es, en realidad, una "polarización moral". Lo que nos diferencia no es tanto la ideología, mucho menos el programa electoral de los partidos, sino el conjunto de valores que nos define. Escuchamos duras palabras, como política de "tierra quemada" aplicada por su predecesor. Llega incluso a definir como "película de terror" lo sucedido durante sus primeros días en el Departamento en relación a la contratación de profesionales, culminación de infraestructuras, funcionamiento de rutas escolares y la difícil situación económica que tienen hasta diciembre. Gastos de funcionamiento de centros que dejaron sin pagar. Todo ello, entre los reproches de la oposición, que ya empieza a hablar de recortes. Los ciudadanos, frente a la polarización, les agradeceríamos propuestas para compartir un diagnóstico sobre el presupuesto que debemos dedicar a la educación en nuestra Comunidad.

Aunque estamos de acuerdo en que un aumento del gasto educativo no es la única condición necesaria y suficiente para garantizar una buena calidad de nuestra educación. Vuelvan sus miradas a las condiciones necesarias para que los profesores y los centros puedan desarrollar correctamente algo tan difícil hoy día como educar. Recuerden que lo que cambia y transforma la educación de un país son los docentes, son los equipos directivos, las comunidades educativas, los estudiantes, las familias… Es en ese entorno y en esa serie de procesos en los que tienen que moverse para buscar mejores resultados en nuestro sistema educativo.

Para mejorar la educación debemos centrarnos en facilitar la tarea de los docentes y de la comunidad educativa

No caigan en el error de polarizar, pues desgraciadamente la psicología social ha demostrado que cada vez nos resulta más difícil aceptar ideas que son ajenas a nuestro esquema de valores. Nos refugiamos en burbujas informativas y nos relacionamos con personas que piensan como nosotros o, al menos, que no desafían nuestra visión del mundo. Esta conducta acomodaticia es el germen de la polarización política y somos más responsables de ella de lo que nos gustaría admitir.

Vivimos tiempos convulsos en los que polarizar significa fidelizar votantes. La defensa o el ataque tratan de movilizar activistas, por supuesto cada uno a los suyos. Se utiliza como elemento de cohesión interna frente al bloque de enfrente. Es más rápida y rentable electoralmente la estigmatización que la deliberación. Dejemos de utilizar la política y la comunicación política como guerra cultural. Un responsable público no puede olvidar que al etiquetar convierte la discrepancia en beligerancia pura y dura. No podemos perder la esperanza de buscar consensos, aunque hoy parecen imposibles y, sobre todo, en educación.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Pilar de la Vega)

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