Te dirán la verdad

Las redes sociales sirven de cauce para la desinformación.
Las redes sociales sirven de cauce para la desinformación.
Gert Altmann / Pixabay

La tónica general de los tiempos, catalizada por decisiones políticas de la pandemia, es descubrir la verdad. La verdad del covid-19, de las vacunas, de la corrupción, de la democracia, de la política, de los medios de comunicación. El descrédito de algunas instituciones, en ocasiones ganado a pulso, ha acelerado un discurso también político y por supuesto empresarial, donde unos cuantos han visto oportunidad tratando de conquistar los espacios de debate hacia sus intereses, vistiéndolos de un supuesto desinterés por objetivos propios. Son espacios partidistas, ideológicamente extremos, ajenos a la parte del contexto que les incomoda o contradice, que van ganando terreno con la habilidad de trazar discursos maniqueos, simples, que generan un fervor por ‘explicar’ cuestiones complejas formando equipos: ‘hooligans’ sin afición por la duda o el debate. Un clima de falsos antisistema, rebotados del ‘establishment’ y con sed de agotar nuevos nichos tras resultar intolerables para espacios que, con todos sus defectos, aún conocen la definición de la ética. Son aquellos del ‘ya no se puede hablar de nada’, más preocupados por el silencio sobre viejos prejuicios que por lograr discursos más amplios y desde el presente.

Una realidad que sobrevuela pareja a una circunstancia de los últimos días en los que la Comisión Europea ha pedido a los propietarios de las grandes redes sociales, Facebook y X (antes Twitter), que expliquen cuáles son sus planes de moderación para eliminar la desinformación que reina en esos espacios. Qué curioso que precisamente en los últimos años esas redes hayan sido los espacios preferidos para que los mencionados buscadores de la auténtica verdad esparcieran su sesgo y noticia. Y nos dirán, claro, que Europa es una parte interesada por callar esa verdad que ellos revelan, auténticos, puros, originales, todo por el pueblo.

Un combate que, en este posmodernismo relativista que vivimos, ha de luchar por ciertas certezas para protegernos de un descalabro que vaya formando sociedades cada vez más compartimentadas y radicalizadas. Los algoritmos de Facebook y X nos han enseñado la conversión del diálogo en gresca. A la sociedad nos toca la tarea de no caer en la trampa de esos intereses empresariales que van de una ‘app’ a un salvapatrias de cartón.

@juanmaefe

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