Siglo de luces… y de sombras

Soldados israelíes junto a los cuerpos de israelíes asesinados por militantes de Hamas en el kibutz Kfar Azza.
Soldados israelíes junto a los cuerpos de israelíes asesinados por militantes de Hamas en el kibutz Kfar Azza.
Ohad Zwigenberg

Qué locura de tiempo que nos está tocando vivir! La guerra, como si no fuera una de las mayores atrocidades que el ser humano ha creado, ha vuelto con una virulencia que nadie hubiera sospechado. La de Ucrania nos ha dejado a todos descolocados, a pesar de que comenzó hace varios años. 

El Cáucaso vuelve a incendiarse en otro conflicto latente. Seguro que los analistas geoestratégicos temían que ambos pudieran volver a estallar, como así ha sido. Y, sin apenas tiempo para tomar medidas por la comunidad internacional, retorna con una brutalidad inaudita el conflicto entre israelíes y palestinos, aunque es más correcto llamarlo entre israelíes y las milicias de Hamás, aliado estratégico del régimen iraní en su objetivo de mantener vivo el conflicto con Israel.

Muchos conflictos enquistados que periódicamente vuelven a la actualidad
se explican analizando los intereses de los que apoyan a cada facción

De este último episodio bélico y terrorista, es de lo que quiero escribir hoy. Primero porque no pienso que estos hechos sean fruto de la casualidad. Las milicias de Hamás lo han demostrado con un ataque coordinado utilizando todos los medios a su alcance, es decir, con una preparación militar que no surge de la nada. Además, el armamento utilizado es novedoso si se compara con lo que ha sido su arsenal tradicional. No hace falta ser un agudo analista para comprobar que la utilización de drones contra los carros israelíes tiene enormes similitudes con lo que vemos en Ucrania y, casualmente, suministrados por Irán, el aliado de Hamás. Tampoco es casual el momento. Cuando Arabia Saudí comienza a caminar en la senda del entendimiento con Israel y dejar cada vez más aislado al régimen de los ayatollahs, son precisamente estos los que vuelven a desestabilizar queriendo provocar, creo no equivocarme, una reacción del pueblo israelí contra todo el mundo árabe, sin distinción de ninguna clase. El acercamiento de Arabia Saudí traerá consigo un efecto arrastre de las otras monarquías del Golfo y de todo su poder inversor, siendo Israel uno de los potenciales beneficiarios, como lo está siendo Marruecos.

Nada creo que sea casual. Irán, en su involución aislacionista, se está convirtiendo en un claro elemento desestabilizador. Sus apoyos van mucho más allá de las cuestiones religiosas. En el Líbano apoyan a Hezbolá, chií, pero Hamás es de confesión suní. En el caso Rusia, está claro que Putin no es musulmán aunque se apoya claramente en la iglesia ortodoxa rusa. Su historial como agente del KGB y su rango de teniente coronel del Ejército Rojo hacen poco creíble su conversión. Si se indaga un poco, seguro que los lazos de Irán con China y con Corea del Norte, países poco confesionales, son mucho más profundos de lo esperado. Detrás de la mayoría de los conflictos de la zona siempre aparece el régimen iraní.

En absoluto buscan la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos

El porqué de este viraje hacia posiciones tan agresivas solo me lo explico por cuestiones de supervivencia de los ayatollahs. Creo que saben que hay un descontento latente en su país, como de vez en cuando lo demuestran las manifestaciones populares. Su política represiva no parece estar dando los frutos deseados para la eliminación de la oposición interna, por lo que se vuelven hacia las soluciones clásicas de las dictaduras, es decir, la búsqueda del enemigo exterior y que exige de la población el apoyo al gobierno para superar el peligro. Su dominio de los medios les permite controlar el discurso interno, incluyendo la firma de alianzas inexplicables. Sin la represión interior no sobrevivirían, pero son conscientes de que precisan apoyo exterior para este objetivo. Hasta la fecha, desde el nacimiento de la República Islámica en 1979, se han sucedido varios líderes religiosos máximos, con el gobierno civil sometido a sus dictados. Y este éxito sucesorio se debe a un enorme potencial financiero con el que cuentan los poderes públicos. Irán, no se olvide, es el octavo productor mundial de petróleo y aumentando su producción año a año, a pesar de las teóricas sanciones económicas impuestas.

Muchos conflictos enquistados que periódicamente vuelven a la actualidad se explican analizando los intereses de los que apoyan a cada facción. En absoluto buscan la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos afectados. No hace falta buscar más responsables ni otras formas de restar operatividad a sus acciones. Si la comunidad internacional no comienza a tener en cuenta esto, el siglo XXI volverá a ser el de las luces y las sombras.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Ana Isabel Elduque)

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