Día grande

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Heraldo

Dice la jota que para el Pilar sale lo mejor. Como bien sabemos, es el día grande de Zaragoza. Es un día de fiesta y celebración que va más allá de la ciudad. Porque también es la fiesta principal de toda España, tal como se regula en la Ley 18/1987. El Gobierno de Felipe González promulgó la norma hace treinta y seis años. Tiene un artículo único donde se dice: "Se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre".

Las doscientas treinta y cinco palabras de la exposición de motivos reflejan la enjundia de lo que se quiso decir. Conviene releerlas para refrescar las ideas. El primer párrafo comienza afirmando que no es algo raro fijar una fecha para establecer este tipo de festividad. Era una práctica común y lo sigue siendo en los Estados de nuestro entorno. Después, se destaca y define la finalidad de semejante ley, sin duda, tan necesaria hoy como fue entonces: "Recordar solemnemente momentos de la historia colectiva que forman parte del patrimonio histórico, cultural y social común, asumido como tal por la gran mayoría de los ciudadanos". Y ciudadanas… por si alguna no se siente concernida. Implícitamente se aplica aquello de que ‘recordar la historia es asentar el futuro’.

El Doce de Octubre fue declarado Fiesta Nacional por una ley de 1987

En el segundo párrafo se pone el foco en la idea de nación española. El asunto sigue siendo clave y merece la pena repetir lo que se escribió: "Sin menoscabo de la indiscutible complejidad que implica el pasado de una nación tan diversa como la española, ha de procurarse que el hecho histórico que se celebre represente uno de los momentos más relevantes para la convivencia política, el acervo cultural y la afirmación misma de la identidad estatal y la singularidad nacional de ese pueblo". Así se reconoce la diversidad y la unidad, se afirma la idea de un pueblo, de una nación y se enfatiza nuestra excepcionalidad. Sin caer en tentaciones románticas –que construían sujetos políticos a partir de distintos espíritus nacionales– era y es básico confirmar este punto: el pueblo español es el protagonista. Lo cual, por cierto, hay que situar en paralelo al apartado segundo del artículo 1º de la Constitución de 1978: "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado". Sin este primer axioma, lo demás se cae.

En el tercer y cuarto párrafo, se aporta otro argumento para justifica la ley. A la complejidad del sistema autonómico y a las complicaciones que se vivían les faltaba claridad. Cada una de las comunidades autónomas que formamos esta España nuestra tiene su día reservado en el calendario. Tenía y tiene sentido reconocer el barullo: "La normativa vigente en nuestro país a este respecto se caracteriza por una cierta confusión, al coexistir, al menos en el plano formal, distintas fechas como fiestas de carácter cívico o exclusivamente oficial". Y más sentido todavía, resolverlo: "Se hace conveniente, por lo tanto, una nueva regulación para dotar inequívocamente a una única fecha de la adecuada solemnidad".

Su exposición de motivos explica con detalle las razones de esta festividad

En el quinto párrafo se explica por qué se eligió el 12 de octubre. Lo hace adustamente, sin pasión: "Simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma Monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos". Aunque no se nombre en la ley, es también el día de la Hispanidad. Pese a las numerosas críticas, pese a leyendas e historias interesadas, es un acontecimiento del que seguir aprendiendo para hacer mejor el mundo en el que vivimos.

Esto también se intuye en el último punto: "La presente Ley trata de subrayar, a través de la decisión de los legítimos representantes del pueblo español, la especial solemnidad de la fecha". Entonces quisieron dotar de simbolismo y fuerza institucional a un día del calendario que no era ni es un día cualquiera. Para que así siga siendo nos toca cuidar el significado socialmente compartido que lo sostiene. Nos toca sacar lo mejor, cuidar nuestra memoria, celebrar nuestro recuerdo para construir un mejor futuro. ¡Y disfrutar de las fiestas!

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Chaime Marcuello)

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