Papelón

Tensa visita de Irene Montero a las Cortes de Aragón
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Oliver Duch

Hay personas que sostienen que ‘lo suyo’ es en todo lo mejor. Y lo hacen de manera interesada, pero no siempre falta de convicción, como lo muestra la ideología supremacista, que suele ser fanáticamente ejercida. 

Esta gente, cuando te trata, en el mejor de los casos, disimula un poco para que no se note mucho que te está haciendo una concesión.

Luego están las personas que se identifican por completo con el lugar que las vio nacer y crecer, pero no de forma excluyente, ni mirando con displicente superioridad al resto. Además, cuando cambian de entorno, acaban asimilándolo y, en reciprocidad, son bien acogidas en él.

Una variante de esta tipología la constituyen quienes, precisamente porque adoran su comunidad, la consideran mejorable, criticándola y comparándola con otras, tenidas por más avanzadas.

En el Aragón que conozco predominan estas dos últimas formas de ser, y más, probablemente, la tercera que la segunda. Esto facilita la integración de la población foránea, pues la procedencia de cada cual no es decisiva a la hora de convivir. Mandan más otros factores socioeconómicos.

Así que, cuando oigo decir que "en Aragón os queréis poco", me suena más a elogio que a crítica, aunque a esta le asistan razones.

Me gusta pensar que en mi comunidad, como en la generalidad de España, quizás, en parte, debido a la herencia islámica, se recibe con nobleza. Por eso fue tan impropio que la presidenta de las Cortes de Aragón, una de nuestras máximas autoridades, no sé si forzada a hacer un papelón, se negara a estrechar la mano que le tendía alguien que venía a vernos.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Javier Usoz)

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