El vértigo del sinsentido

Una imagen del documental 'No me llame ternera'.
El vértigo del sinsentido
Netflix

No tengo singular interés (en realidad, ninguno) por desgastar mi tiempo en ver la mediática entrevista a Josu Ternera. Es verdad que me acerqué a su contenido a través de los medios, pero su argumentario, sujeto a anclajes poco, o nada, racionales, supone un asalto al sentido común, consolida el pensamiento plano y conforma un cóctel de ideas estrambótico y sobre todo terrible.

El recorrido que desgranan las críticas es el empeño por justificar la injustificable, retorciendo la realidad para tratar de acomodarla a un ideario de horrores, con el que se trata de percutir sobre las cabezas de quienes aspiran a defender lo insostenible; lo que solo exige reconocer los gravísimos errores y pedir perdón.

Hay, sin embargo, en esas frases entresacadas del documental un sólido temor que desgasta el alma hasta de los desalmados. "Sería monstruoso que dijera que mi vida no tiene sentido"; descubrimiento que azota ánimos y corroe corazones. Y que exige edificar una ideología sinsentido que intente brindar una razón de ser a lo que no lo tiene.

El entorno etarra recurre a una estudiada puesta en escena y a la ornamentación en homenajes de despedida a sus prosélitos; iniciativas que apelan al sentimiento y de paso hieren a las víctimas. Ceremonias repletas de gestos y palabrería, pero vacías de razones que justifiquen el vivir, asfaltado de un reguero incomprensible de dolor y muerte.

No hay nada que sostenga el discurrir terrorista. Nada que otorgue cobertura a su siembra de horrores; ni siquiera el empeño vano por construir una filosofía que permute bienes y males, como escudo de la irracionalidad de su espantosa tortura. Que les obliga a aislarse en esa otra realidad que sirve de vacuna a la carcoma de su misma existencia. En donde buscan justificaciones que no encuentran. Por más que suspiren por brindárselo desde un ideario enajenado. Porque si no, verdaderamente, esa vida perturbada (la que avanza ya rumbo a su propio nicho) como el dolor, la muerte y el duelo profundo provocados, no tiene sentido. Por más que alguien se ofusque en buscarlo.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Miguel Gay)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión