Por
  • Pilar Cernuda

Un Feijóo fortalecido pierde la votación

Núñez Feijóo, aplaudido por su grupo parlamentario
Núñez Feijóo, aplaudido por su grupo parlamentario
Efe

Perdió la primera votación y lo previsible es que pierda la segunda, pero la figura de Alberto Núñez Feijóo ha salido fortalecida, potenciada. Por la serenidad con la que abordó el debate, porque presentó su proyecto de gobierno con conocimiento de causa y porque se mostró imperturbable ante los ataques desaforados del portavoz socialista, Óscar Puente. 

Fue elegido Puente para que utilizara contra el candidato su estilo habitual, el que obligó a Sánchez a relevarle de la portavocía del partido por el malestar que producían sus faltas de respeto y su lenguaje hiriente.

Feijóo no salvará la investidura pero la ha aprovechado para su puesta de largo como parlamentario nacional. No se dejó amilanar por quienes le recordaban permanentemente que no iba a ser presidente, sino que respondió con frases demoledoras. Sobre todo a Bildu, "el único partido al que habría que hacer un cordón sanitario". Dijo en cambio que respetaba al PNV, pero preguntó a su portavoz por las consecuencias electorales que podría tener para ellos formar parte del conglomerado de la izquierda, sobre todo cuando el objetivo de Bildu es sustituir al PNV como primer partido vasco.

Núñez Feijóo no conseguirá la investidura, pero ha superado con nota su primer reto dialéctico en el Congreso de los Diputados

Lanzó un mensaje muy directo a un Sánchez silente en su escaño: "Hay que tener mucho cuajo para pactar con quienes no condenan los asesinatos cometidos contra compañeros de su partido". Una frase que no puede dejar indiferente a ningún socialista.

Pedro Sánchez había planeado el debate para que no quedara solo en una investidura fallida, sino que pretendía dejar a Feijóo como un candidato debilitado por las consecuencias de no haber conseguido lo que creía tener al alcance de la mano, gobernar después del 23 de julio, y debilitado también por tensiones internas en el PP, donde se cuestionaba el liderazgo del presidente gallego. Sánchez no cumplió su objetivo, sino todo lo contrario.

Feijóo ha demostrado tener tablas políticas, sabe reaccionar ante situaciones imprevistas y adversas, como ocurrió cuando vio que Sánchez no intervenía y le colocaba a Puente. Supo lidiar con el PNV, partido conservador atrapado hoy por unas elecciones vascas que condicionan su voto, y también lidió con los partidos de la izquierda que sustentan al Gobierno de Sánchez porque el presidente acepta sus exigencias por disparatadas que sean. Dijo Feijóo, al terminar, que el debate había valido la pena porque "nos hemos retratado todos, con las palabras y con los silencios. Saldré de este debate con mis principios, y los de once millones de españoles, intactos". Lo que reforzaba el mensaje que transmitió el primer día: no es presidente de gobierno porque no acepta exigencias inaceptables.

No ha ganado Feijóo, pero tampoco Sánchez ganó el debate. Ni de lejos. No hubo una sola fuga de voto en las filas socialistas, pero el escaso grado de satisfacción con Sánchez augura tiempos convulsos para el sanchismo.

Ha demostrado que, si Sánchez vuelve a gobernar, será un líder serio y con argumentos para una oposición firme

Por lo que se ha advertido en el debate, en el futuro las relaciones entre el PP y Vox estarán marcadas por una entente cordial, en la que se verán las diferencias que les separa sin concesiones del PP a las políticas más extremistas.

El futuro no está escrito, pero cualquier observador de lo ocurrido en el Congreso, más allá del resultado de la votación del viernes, llega a la conclusión de que Sánchez, si gobierna, tiene enfrente a un rival peligroso. Que tiene discurso, que ha presentado un programa sólido… y que puede impedir a Sánchez que permanezca mucho tiempo.

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