Los desafíos del otoño

Los desafíos del otoño
Los desafíos del otoño
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Mientras corre uno el cerrojo del verano, comienza a desnudarse el otoño con la confesa apetencia de recuperar la dulzura de la rutina amable. El sueño de volver a encontrar el ritmo apacible del deambular doméstico. Queda atrás ese tiempo de desórdenes, días alargados, comidas a deshora y prisas que convierten el asueto en una carga de obligaciones impuestas.

Suspiro por encajar las piezas en el rompecabezas del día a día, rehabilitar los horarios, restablecer el pulso de las exigencias profesionales y personales. Para dormitar en la comodidad de los hábitos consolidados, repetidos en esa ruleta anual de aconteceres que marca el pálpito de los recorridos por los que me conduzco.

Y se encuentra el equilibrio entre el despegue estudiantil –escolar, universitario...–, la rehabilitación del pulso profesional, el avance más o menos bucólico de la estación otoñal y el descuento de los días que empujan al pregón de las fiestas. Busca uno sumergirse en la experiencia del retorno a los meses clásicos del otoño, en donde se asienta la recordada bonanza de esos avatares repetidos de año en año.

Hasta que, mientras creo dirigirme hacia la reconfortante tibieza de mi vida corriente, el discurrir se envuelve de retos inesperados, enredados en proyectos profesionales y personales que zarandean mi entorno, aturden el alma y dibujan un futuro imprevisto, tan admirable como vertiginoso, que quiebra el hábito y obliga a reordenar la vida. Una rotura sorprendente que acelera los quehaceres del corazón y de la cabeza.

Me reconduzco por vías que no pensé recuperar, rutas olvidadas y desconocidas que revitalizan el ánimo y rejuvenecen las ilusiones. Un salto al vacío con la segura convicción de verme sujeto al paracaídas que comparto con mi compañía, por más que las novedades se sazonen de dudas. Desafíos apasionantes por los que merece la pena conducirse; pétalos que deshojarle al futuro y una nueva página dispuesta para comenzar a escribir. Y dejar atrás de paso cualquier atisbo de desazón postveraniega. Bienvenido, otoño.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Miguel Gay)

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