Do you speak vasco?

El Congreso de los Diputados estrena sistema de traducción
El Congreso de los Diputados estrena sistema de traducción
EFE

En el Congreso de los Diputados se ha empezado a hablar en las lenguas cooficiales del país y eso ha enfadado a la bancada de Vox, que abandonó el hemiciclo y sus pinganillos, que se quedaron en la mesita del escaño de Sánchez sin saber qué hacer. ¿Eran esos audífonos símbolo de que se ha roto España? 

Nuestro país tiene un problema con su diversidad, secuestrada por los que entienden lo ajeno al castellano como fractura y viceversa: lo diferente a sus lenguas territoriales como afrenta. Sobre lo políglota de nuestra Cámara Baja, es verdad que se podría evitar la multitud de lenguas y hablar en castellano, idioma común de los presentes, y ahorrarnos tiempo y dinero. Pero claro, ¿no merecen espacio normalizado las lenguas que pertenecen a España? Más allá de lo pragmático, es más sensato que un país políglota tenga esas lenguas representadas en sus parlamentos, que el hecho de que su presencia genere el enfado de una parte de las señorías que nos representan a todos. Cuestión bien distinta es pensar que el avance de estos idiomas suponga una victoria de los separatistas, porque entonces entramos en otra reflexión: ¿han entregado ciertos partidos que creen en la unidad de España la integración del resto de las lenguas en la vida normalizada de la nación? Dicho de otro modo: ¿quién ha decidido que todo lo que no suene a castellano sea antiespañol?, ¿hemos de conformarnos con esa visión de las cosas?, ¿con esa amputación de una parte notable de la riqueza cultural del país? El enfado de la extrema derecha constata un discurso político donde se borra una parte de la realidad del país, se la convierte en enemiga, regalando a los partidos separatistas una parte importante de lo que nos construye como nación, que es el castellano, pero también el catalán, el euskera, el gallego e incluso el apenas hablado aragonés.

Todo nacionalismo exacerbado: español, catalán, vasco, gallego, aragonés… concentra una reacción a lo ajeno que termina por dar la razón al contrario al mostrarse reduccionista e intolerante. Ahí es donde los españoles tenemos una esperanzadora tarea de evitar ver la diversidad como enemiga, en integrar lo que es parte del país y no seña de una fractura que bien sirve como miedo y rédito político a los que trabajan por complicar la convivencia de uno y otro lado.

(Puede consultar todos los artículos escritos en HERALDO por Juanma Fernández)

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