Las reacciones producidas por la amnistía con la que sueña el independentismo catalán, entelequia suprema lanzada por este para empezar a negociar su apoyo a una coalición, son otra muestra más de que, mientras gran parte de la opinión pública y de la clase política se exalta, la generalidad de la ciudadanía se mantiene cauta.

En virtud de dicha cautela, que, como se dice del amor, se atiene más a las obras que a las buenas razones, en las últimas elecciones generales muchas personas votamos al PSOE porque percibimos que la última legislatura, lejos de desmembrar España, había debilitado al independentismo golpista. Personas que, por otra parte, no tenemos la menor afinidad con ningún régimen totalitario, que es de lo que nos viene a acusar Elías Bendodo, todo un coordinador general del PP, el partido hoy más votado, al afirmar exaltado que el PSOE "es la Unión Soviética, con purgas incluidas".

Por eso, dicho electorado nunca refrendaría la amnistía de la que se está hablando. Así lo ha advertido uno de sus declarados integrantes, el escritor Javier Cercas, si bien, con un argumento, a mi juicio, desatinado, cual es el de que dicha medida, más allá de su legalidad, "deslegitimaría la democracia entera y daría la razón a los delincuentes".

Creo que ninguna decisión que se atenga a los requisitos democráticamente establecidos, por dañina que sea, deslegitima la democracia, ni, mucho menos, da la razón a los delincuentes. Como tampoco lo hace, ni es muestra de debilidad, sino de lo contrario, entrevistarse en público con ellos, o con sus secuaces no encausados.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Javier Usoz)