Por
  • Federico Contín

Las minas de Ayuso

Isabel Díaz Ayuso, muy elegante, vestida de negro y con el pelo recogido
Isabel Díaz Ayuso.
Efe

Si hubiera que emplear una metáfora bélica para describir la comunicación política de la presidenta madrileña, la mejor sería la de ‘barco minador’. Hay quien considera que es un submarino; que permanece oculto en el fondo, hasta que emerge para lanzar un torpedo que hunde de forma precisa y sistemática el objetivo al que va dirigido, para volver a sumergirse a la espera de lanzar el siguiente sin peligro.

Pero Ayuso no es de estar escondida, prefiere mecerse con las olas y ver cómo sus objetivos se van hundiendo solos. Ella simplemente coloca sus minas y espera a que el incauto pase cerca, para ver los fuegos artificiales mientras atardece. Escuchar un discurso de Ayuso es algo que muy pocas personas pueden decir que han hecho, verlo es otra cosa, aquí los números se multiplican. La Líder popular domina como ninguna otra figura pública los medios audiovisuales. Sabe que el informativo sólo le va a sacar un corte de veinte segundos de todo lo que diga, y se lo entrega cortado, pulido, perfecto. Para que el redactor sólo tenga que ponerle un lazo y mandarlo a la redacción; la mina está colocada.

Ninguno se da cuenta de la esencia troyana del mensaje y el resto de los informativos, de ideologías tan dispares como La Sexta, Antena 3 (distinto perro para el mismo collar) o incluso la televisión pública, la van a replicar más que una campana repicando. Curiosamente, la vamos a ver también en nuestro móvil. Los mismos veinte segundos, la mina sabe que si dura más, deja de ser precisa y ese barco pasará de largo, es joven y rápido, y no atiende a los mensajes largos o las sonrisas redundantes. Por eso la mina ha sabido adaptarse a su lenguaje, y emplea un estilismo llano, alejado de circunloquios, directo y con contenido.

La sinceridad siempre es clara y los discursos políticos vacuos provocan rechazo entre el baile de zumba o la Pombo en la playa. El simpatizante la extiende, "tiene razón", el mensaje es razonado y carente de ideologías, apela a la inteligencia. El detractor considera que el mensaje es facha. "¿Se piensa que somos tontos y no nos damos cuenta?". Lo extiende también, lo multiplica entre los suyos, la mina hunde a algunos y a otros no, a todos les llega, todos pican.

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