Historias de olvidados

'Cicatrices'
Historias de olvidados
Pixabay

Siempre me sentí conmovido, como todos, por ese dolorosísimo trance por el que, durante el tiempo de la pandemia, hubieron de pasar miles de personas que entregaban la vida solas, sin compañía alguna, en hospitales o residencias. 

Y el duelo anímico irreparable para sus familias y sus más cercanos. Se me apodera el vértigo al recordar tanto adiós sin despedida y sin una mano que estrechar. El cuadro del duelo se aderezaba con esos entierros casi en secreto, con la levísima compañía de un puñado de familiares y el dolor de los seres queridos atrincherados en sus viviendas, sin opciones de brindarles el beso de su ‘hasta luego’.

Pero aquellas remembranzas se me mezclan con otras también dolorosas historias, muchas, de personas mayores encontradas muertas en sus domicilios, algunas pasados muchos días de su fallecimiento. Ancianos olvidados de casi todos –de todos–, asidos a la tristeza, por los que la sociedad renuncia al aprecio. Se parte el corazón al atender historias de arrinconados que descuentan los días sin ni siquiera el aliciente de una conversación o una sonrisa. Aunque esas mismas crónicas se archivan con rapidez en la cabeza, arrolladas por recorridos del día a día, en una nueva desatenta desmemoria hacia las personas afectadas.

Hace unos días me estampé en mi paseo con un conocido reciente con el que quise compartir una acortada conversación de encuentro callejero. Le pregunté dónde iba y me explicó que visitaba una residencia, a la que acudía a acompañar a los que allí vivían, todos mayores. Me desglosó sus avatares y deseos de brindarles un cariño. Algunos se encuentran arropados; otros, no tanto. "Es que hay gente que, literalmente, se muere de pena", me descerrajó, hilándome varios casos.

Me dejó esperando en el mismo sitio, con la cabeza enredada en recuerdos y el corazón en un puño; y la convicción de que, más allá de las omisiones de nuestro desnortado vivir, existen desvelos que asfaltan vías de regreso desde la pena. Las que precisan, las que merecen, tantos mayores, y no tanto…

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Miguel Gay)

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