El poso Rubiales

GRAF818. MADRID, 15/09/2023.- El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales, a su llegada a declarar este viernes como investigado por presunta agresión sexual y coacciones en relación al beso que le dio a la jugadora Jenni Hermoso tras la final del Mundial en Sídney. EFE/ Sergio Pérez
El poso Rubiales
SERGIO PÉREZ

En toda marabunta mediática de valores, hay una sobreactuación social que solo deja en ridículo a los protagonistas. Aquellos que van al límite con las modas del buen comportamiento que se exigen en ese momento, constriñendo la ley moral a lo imposible, son solo testimonio de que somos una sociedad acelerada y deseosa de mentirse. 

Decir que uno es lo que se exige e impartir doctrina al resto de buen ciudadano, es una tarea mentirosa, inabarcable, y por ello acaba descubriendo a tremendos estafadores de la moral. Los peores ciudadanos pertenecen a ese club: arrepentidos, radicales conversos, ególatras. Personajes que aplican su pedagogía falsaria en todos los extremos: desde la obsesión repentina por deportes olímpicos que desaparecen de lo colectivo el día que terminan unos Juegos hasta las instrucciones de cómo comportarse de acuerdo a los cánones de la igualdad.

Un poco de ambos hemos tenido en el Mundial de fútbol femenino que ha ganado España y que ha terminado (por el momento) con la carrera directiva del ya expresidente de la Federación de Fútbol, Luis Rubiales. Los días del torneo se sucedieron con un falso frenesí por el fútbol femenino, como si toda España hubiera estado siguiendo a estas jugadoras durante meses. Twitter (ahora X), manicomio contemporáneo de ingreso voluntario, era una explosión de expertos y expertas en este deporte que parecían vivir por y para ello, y que ya han desaparecido. Después llegó el baboseo machista de Rubiales metiendo boca a una jugadora para celebrar el título; gesto intolerable que le ha costado el puesto y que cambió chaquetas de expertos en fútbol femenino a expertos en usos y costumbres de la España a la que ellos dicen pertenecer, pero para la que seguramente olvidan sus excesos, errores y debilidades. Tres conceptos que cada vez tienen menos cabida no tanto en nuestros actos como en la relativa comprensión que nos hemos de dar como sociedad que convive.

¿Qué queda entonces como positivo de este frenopático? La confianza en que actos como el de Rubiales superen a los sacerdotes exprés de la moral pero dejen un poso que poco a poco nos haga una sociedad mejor: menos machista, más respetuosa e incluso impermeable a los reparte carnés de ciudadano ilustre que primero se otorgaron, sin criba, a sí mismos.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Juanma Fernández)

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