Por
  • Mario San Miguel Amo

Ángel Dolado: justo y bueno

Aragón
Ángel Dolado, Justicia de Aragón
José Miguel Marco

Durante muchos Jueves Santos, en el momento en el que comenzaba la procesión de mi cofradía me tocó, supongo que por aquello de trabajar en la radio, hacer la locución de un texto del Evangelio de San Lucas que narraba el momento del descendimiento y describía a José de Arimatea: "Miembro del Consejo, hombre bueno y justo, que no había asentido al consejo y proceder de los demás".

Es curioso, porque ese "bueno y justo" que se escuchaba, por cierto, en la plaza del Justicia y que yo leía desde la iglesia donde reposan los restos de Juan de Lanuza, son los adjetivos que siempre he usado para definir a Ángel Dolado y que he usado estos días en mis despedidas con compañeros y amigos tras finalizar mi trabajo en el Justiciazgo.

Ha sido un honor trabajar para alguien de su talla humana, y esto lo puedo decir alto y claro ahora, dado que nuestra desvinculación con la institución, el Justiciazgo, de la que él ha sido titular y yo su responsable de Comunicación ofrece una mayor credibilidad, puesto que ya no hay vínculos jerárquicos ni laborales.

Pero ese ser ejemplar de Ángel no nació con su elección como Justicia, sino que fue al revés. A dicho cargo, el mayor para un jurista en Aragón, le llevó su impecable hoja de servicios.

Oriundo de Mezquetillas, donde le han puesto su nombre a su plaza mayor, vino a vivir a Zaragoza con tres años al incorporarse su padre a la factoría Tudor.

En su toma de posesión, mostró su gratitud a los "diputados y diputadas de las Cortes de Aragón, que, como dignos representantes de la ciudadanía aragonesa, han tenido a bien elegir como 70º Justicia de Aragón al hijo de un emigrante, pastor soriano, que, como tantos otros españoles de la deprimida España de los años 60, tuvieron que abandonar con dolor su pueblo, para sobrevivir con dignidad en una tierra de acogida y oportunidades como ha sido siempre Zaragoza y Aragón".

Ángel Dolado termina su mandato como Justicia de Aragón habiendo dado pruebas de su bonhomía y de la vocación de servicio público que lo ha guiado siempre

La infancia y adolescencia de Ángel Dolado es paralela al acontecer de su barrio, el Barrio Oliver. Allí cursa sus primeros estudios, y al llegar al Bachillerato se ve obligado a trasladarse al céntrico Instituto Goya, pero su espíritu reivindicativo le llevó a aliarse con el profesorado y alumnos y consiguió que pudiera cursarse el Bachillerato en su propio barrio. Sin embargo, el cambio radical lo encuentra Ángel en la Universidad, pues allí si se cumplen los criterios de igualdad de oportunidades para todos los alumnos, y él se aplica en lograr su ilusión: ser juez.

El esfuerzo en la carrera y oposiciones obtiene su recompensa, y aprueba las correspondientes a secretario judicial, fiscal y juez, ejerciendo de esto último.

Tras ejercer en Balaguer, Reus, Tarragona y Lérida, se incorpora en 1998 a los juzgados de Zaragoza. Responsable de casos como el del Yak 42 o su implicación en la búsqueda de alternativas para los desahucios le marcan como una persona que ejerce su función con un marcado carácter social. Y el reconocimiento de sus colegas llega en 2008, cuando fue elegido Juez Decano de Zaragoza, siendo reelegido en 2012 por unanimidad. Con él nació la actual Ciudad de la Justicia de Zaragoza, presidió el Foro Judicial Independiente, que agrupa a 350 magistrados, y ha recibido numerosas condecoraciones por su buen hacer, entre ellas la medalla al mérito en el servicio a la abogacía, la primera que otorgó el Consejo General de la Abogacía a un juez.

Su espíritu vitalista, implicación social y vocación de servicio público le llevaron a aceptar su designación como Justicia de Aragón, pero la valoración de su mandato y su legado la habrán de hacer los aragoneses y la historia, nunca los que hemos participado en el mismo.

Ángel es bueno y cree en la bondad de las personas, no cree en la maldad innata… e incluso es comprensivo y empatiza con aquellos que no actúan bien o no han estado a la altura de lo esperado.

En esta nueva etapa de jubilación, espero y deseo que la viva con intensidad con quienes quiere: su familia y amigos. Con su mujer, Conchita, a los que siempre les digo que los veo tan enamorados como si estuvieran en un noviazgo permanente, o con Mary; hermana, amiga y confidente, que siempre ha estado a su lado en lo bueno y en lo malo.

Hace pocos días, mi buen amigo y exárbitro José Ángel Sevillano me decía que Dolado como futbolista (su otra gran pasión) no daba nunca por perdido ningún balón, que siempre se enfrentaba de cara y con pasión a todo. Así que espero que, con esa pasión y lucha frente a las adversidades, siga en esta nueva etapa vital.

Próximamente las Cortes de Aragón elegirán a su sucesor, el próximo o la próxima Justicia, y en este último caso sería la primera mujer en ostentar el cargo, de igual forma que Dolado fue el primer Justicia aragonés "de adopción y elección".

Gracias, Ángel, por tanto… y por ser justo y bueno.

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