Falta discurso

La preponderancia del relato induce a la razón a la somnolencia.
La preponderancia del relato induce a la razón a la somnolencia.
Museo Ibercaja

Me resultaron muy interesantes los artículos que pubicaron Carlos Ferrer Benimeli, el día 9, y Carlos Piñeyroa, el 12, en los que se referían a la preponderancia que ‘el relato’ ha adquirido en la política española. Piñeyroa, experto en recursos humanos e innovación, decía que «vivimos unos tiempos en los que no importa qué es lo que ocurra en realidad, el relato se encargará, a base de reiteraciones de una historia creada, de alejar tu mirada de los hechos para centrar la discusión solo sobre aquello que se ha decidido que es el relato». Y el profesor Ferrer Benimeli, que además de al ‘relato’ hacía alusión a las ideas de ‘imaginario colectivo’ y ‘argumentario’, señalaba cómo el relato ha perdido su sentido histórico o literario para convertirse «en la versión de unos hechos realizada por una persona o un grupo social, a su conveniencia y para elaborar una ideología determinada. ‘El’ relato es ahora una historia parcial, interesada y relativa». Ambos autores ponen el dedo en una llaga que es más profunda y supurante de lo que pudiera parecer. Porque ‘el relato’ y ‘el argumentario’ están sustituyendo en la vida pública a las que deberían ser las auténticas herramientas de la comunicación política y el debate social: el argumento y el discurso. Y no me refiero al discurso en el sentido de una alocución sino a lo que el Diccionario define como «facultad racional con que se infieren unas cosas de otras» y «reflexión, raciocinio sobre antecedentes o principios». En lugar de argumentos, tenemos argumentarios, que no es lo mismo, y en vez de discurso se echa mano del relato, es decir, del cuento. Y así nos va. La razón política se degrada y, como advertía León Felipe, intentan dormirnos contándonos cuentos.

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