Por
  • Jorge Sanz Barajas

La víctima perfecta

La víctima perfecta
La víctima perfecta
Pixabay

Perplejo no sale de su asombro: por lo visto, según el CPSC (Código Penal del Sentido Común) refrendado este verano, si le roban el bolso, debe recluirse en su hogar como las hijas de Bernarda Alba. Si el ladrón exhibiere el robo y culpare a usted de habérselo entregado voluntariamente, no respire hasta nueva orden. 

Regla (siempre la palabreja) del dolor inmediato. ¿Convendría educar en la escuela a las víctimas potenciales para que ellas (al fin y al cabo, son las que llevan bolso, salvo Borja Iglesias, pero eso es otro cantar) muestren aflicción? Apunta este modelo educativo que conviene educar a las familiares femeninas del ladrón (hijas, primas, sobrinas, madres, siempre ellas) para que alcen prontas la voz y muestren su solidaridad con el encausado; no en vano, la víctima no sufre tanto como él. Nótese la importancia de que sean ellas las que hacen todo el trabajo. Por cierto: no es preciso que el ladrón devuelva el bolso o pida perdón; al fin y al cabo, la categoría ‘víctima’ es discrecional y solo la ostenta quien determina el CPSC, razón por la que hablaremos de ‘presunta víctima’ (como bien dijo el pelotero Carvajal).

Los plazos corren en contra de la víctima, quien deberá presentarse ante el juzgado para ser oportunamente expuesta al escarnio mediático que los jueces-siempre-varones del CPSC (los bien pagados Inda, Negre, Alvise Pérez, Vito Quiles, algún obispo, etc.) decidan aplicar en tiempo, modo y forma. Téngalo claro: sea usted víctima y, además, sea perfecta.

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