Por
  • Alberto Jiménez Schuhmacher

Jet lag solar

Jet lag solar
Jet lag solar
Pixabay

La Mimosa pudica es una planta de flores pequeñas de color rosado malva. Abre sus hojas al amanecer y las cierra cuando llega la noche. Su nombre deriva de su sensibilidad, pues basta con un pequeño roce para que de manera pudorosa cierre sus hojas, como cuando llega la noche. 

Esta timidez es un mecanismo de defensa frente a sus depredadores puesto que, al replegarse, parece mustia o marchita.

Una veraniega tarde de 1729 Dortous de Mairan, intrigado por el comportamiento cíclico de sus mimosas, realizó un experimento sencillo, como todos los experimentos geniales. Cogió dos de sus mimosas y las metió en un armario a oscuras. A la mañana siguiente, con la ayuda de una tenue vela observó que las plantas habían abierto sus hojas. Volvieron a cerrarse al caer el sol, pese a estar a oscuras permanentemente. Este sencillo experimento marca el comienzo del estudio del ritmo circadiano.

Hoy conocemos muchos “ritmos” en nuestras células. Sabemos que nuestro sistema inmunitario es más activo por la noche, como los mecanismos de reparación del ADN. Sabemos que un gran reloj de unas pocas neuronas, el núcleo supraquiasmático, sincroniza todos nuestros relojes y depende de la luz. En España vivimos un jetlag permanente por el desfase horario respecto al sol. Deberíamos reconsiderarlo y escuchar a la ciencia. Como nos recuerda Carlos López Otín en 'El sueño del tiempo' (Pairós, 2020), el cuerpo humano es una enorme relojería. Si se desincroniza surgen enfermedades y se acorta nuestra longevidad. 

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