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Cartas al director de HERALDO: ¿Pero qué he hecho para tener este déficit?

Deuda que suma y sigue
¿Pero qué he hecho para tener este déficit?
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¿Pero qué he hecho para tener este déficit?

Como ciudadano español, tengo una deuda que ha contraído el país donde vivo de 31.263 euros. Pero mis ingresos son de 29.316, según el PIB per cápita. Es decir, tengo que financiarme en 1.947 euros para poder equilibrar mis finanzas con la administración pública. ¿Pero qué he hecho para tener este déficit? 

Pago de forma escrupulosa mis impuestos, no tengo deudas personales, cumplo las leyes, y aun así debo dinero; pobres de los que tienen hipotecas u otro tipo de deudas. Si esta situación fuese a nivel individual, que cada cual busque la forma de solucionarlo. El problema radica en que no estoy solo en este laberinto financiero. La tenemos cada uno de los ciudadanos, sin comerlo ni beberlo. A pesar de mi esfuerzo en no tener deudas, las he contraído, al igual que ustedes, en un abrir y cerrar de ojos. Además, leo con asombro que, en el último año, mi deuda y la del resto de habitantes, ha crecido en 1.593 euros. ¿Estamos también en una constante inflación de la deuda pública? En mi búsqueda de información, tranquiliza saber que el Gobierno prevé cerrar el año en el 3,9% del PIB, para bajar al 3% en 2024, al 2,7% en 2025 y al 2,5% en 2026. Así, se alcanzaría un superávit primario ya en 2025. ¿Será verdad que cada vez tendremos menos deudas? Este escenario optimista se contrapone con el Índice de Producción Industrial, según el INE se había reducido en el 1,37% en junio respecto al mes anterior. Además, el PIB ha disminuido 1 décima. Seguro que el ejecutivo, tiene palancas para enderezar estos datos negativos y reducir la deuda pública. Mi problema, es que no conozco estas reactivaciones. Veo que el turismo y la hostelería siguen en plena pujanza, sin cambiar el modelo económico. ¿Y el cambio climático? ¿Puede influir en la futura deuda pública? Tengo muchas dudas sobre el optimismo gubernamental.

Pedro Marín Usón. ZARAGOZA

Nuestro colegio no es seguro

El 1 de septiembre comienza el año para nosotras: nuevos compañeros en el claustro, ver las caritas de nuestros alumnos, conocer un nuevo centro y poner en marcha un sinfín de proyectos pensados por y para la formación de nuestro alumnado de infantil y primaria. Sin embargo, este nuevo año docente no ha sido como esperábamos. Tocaba estrenar colegio, el nuevo María Zambrano, después de 5 años, se hacía realidad. Sin embargo, una tormenta de verano se llevó nuestros sueños docentes por el barranco de la Muerte, junto con el mobiliario, los libros de nuestra biblioteca, los materiales que habíamos preparado y comprado… Un desastre que, por unas horas, no afectó a los niños y monitores que estaban en las colonias de verano. Aquel 6 de julio no dábamos crédito a lo que había sucedido y, sobre todo, a lo que podía haber pasado. Nuestras cabezas de profes empezaron a imaginarse en las aulas, recogiendo a los niños del patio para refugiarse del agua, bajo techo todo es seguro. Pero nuestro colegio no lo era y no lo es. No hubiésemos podido sacarlos del aula. Durante un duro verano imaginando qué nos encontraríamos en septiembre, cómo y en qué condiciones, volvemos a las aulas con ilusión (porque no olvidemos que somos docentes y eso forma parte de nuestro ADN), pero con inseguridad y temor, mucho temor. Y es que, durante este tiempo, parece que, como estábamos en periodo no lectivo, los docentes no existíamos. Hemos echado en falta información y algo más que palabras de tranquilidad. Porque no, no estamos tranquilos y tranquilas en un colegio que tiene que tentar a la suerte y confiar en un muro de 1,20 m cada vez que llueva. A día 1 de septiembre no está el plan de evacuación, no están los juegos, juguetes, libros y materiales que hemos perdido y no están ni se les espera los encargados de decidir que estamos en un cole seguro. Somos maestros y maestras, aunque a veces toque convertirse en enfermeros para curar pequeños rasguños, peluqueros para arreglar alguna trenza, artistas para animar las fiestas o psicólogos para curar las almas. No queremos ser héroes o heroínas que tengan que poner en riesgo la vida de sus alumnos y alumnas si vuelve a ocurrir la catástrofe que todos recordamos. No queremos tener esa responsabilidad. Déjennos ser maestros y maestras en un colegio seguro, fuera del barranco de la Muerte.

Marian Jurado Martínez. ZARAGOZA

Quince años de mi vida

Me sorprende conocer la noticia del fallecimiento de la directora del colegio Liceo Europa. Por mi memoria pasa aquel primer encuentro, cuando tenía los 3 años, cuando me paseó de su mano por todas las instalaciones, enseñándome las clases, el comedor, su disciplina, pero, a la vez, su cariño a los alumnos. Quince años de mi vida dieron para mucho; ser la persona que hoy soy se lo debo en parte al colegio y a su enseñanza y sus valores. Me llena de tristeza su ausencia, porque no era ‘la directora’, era, con el paso de los años, una amiga de la familia, que me acompañó en los buenos y en los malos momentos durante mi estancia en el Liceo, un centro del que siempre me sentiré orgulloso de haber sido alumno. Hoy, una lágrima furtiva resbala por mi mejilla. Gracias Mari Carmen por tanto.

Alejandro Garijo. ZARAGOZA

Los efectos de las danas

Yo solo espero que las autoridades se pongan las pilas de una vez, para evitar o minimizar los efectos tan adversos y dañinos de estas danas que nos sacuden de vez en cuando y que están costando vidas humanas, que es lo más triste, aparte de los elevados daños materiales en casas, vehículos, negocios, etcétera. Sabemos que, en muchas ocasiones, estas situaciones son imprevisibles, Que resulta muy difícil de predecir el sitio y momento exactos de estas danas, porque son fenómenos que se mueven, pero, en muchos sitios, llueve sobre mojado y sigue sin hacerse nada por parte de las autoridades. Mi primera reflexión sería preguntarme por qué dejan construir en lugares que son susceptibles de inundación. En segundo lugar, pediría que si declaran zona catastrófica un lugar, que lo hagan mucho más rápido. Por último, considero que el consorcio de seguros debería cubrir más y mejor los daños debidamente declarados por las personas afectadas. Y otra consecuencia: los miles de personas que, debido a la climatología adversa, se quedaron tiradas hace unos días en estaciones y aeropuertos necesitan sin duda una solución más diligente por parte de las autoridades competentes. Conocemos lo que pasa, pero volvemos a tropezar una y otra vez en la misma piedra. Soluciones ya, por favor.

Luis Solanas Cebolla. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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