Por
  • Fran Lucas Herrero

Buscando el frescor del agua

Bañistas en el Salto de Bierge (en el Alcanadre) este domingo.
Bañistas en el Salto de Bierge.
Pablo Segura

Con la llegada del buen tiempo y el calor que acompaña casi todos los días –que nos lo digan con esta sucesión de olas de calor que hemos sufrido, ¿verdad?–, parece que, tras escapar del ronroneo del ventilador, el hallar lugares donde encontrar agua fresca y cristalina para poder refrescarnos, bañarnos o lo que sea ocupa a veces nuestros pensamientos.

Por ello, buscando ese frescor del agua, me da por imaginar estos siglos atrás, cuando salvo excepciones el aseo del cuerpo no era como hoy, ya que aparte de falta de costumbre, creencias, desmotivación y otras causas, preferían destinar mejor el agua, aparte de quizás refrescarse levemente del sudor, para su consumo. Pero ciertamente no faltaban lugares donde podían disponer de un baño al aire libre en la naturaleza, bien fuera en ríos, lagos, pozas, cascadas u otros sitios similares, aunque también en las localidades de más o menos relevancia se disponía de los llamados baños públicos. ¿Que por qué había entonces baños públicos en las ciudades y pueblos? La respuesta más sencilla y rápida es que en prácticamente ninguna vivienda había baños ni aseos, y la población necesitaba, aunque no se asearan mucho por entonces, lugares para el baño, que se asemejaban solo en parte a las termas romanas y a los ‘hamman’ árabes.

Por ejemplo, en Jaca los peregrinos, viajeros, residentes o quienes lo necesitaran disponían de tres lugares o casas de baños, siendo uno de ellos el llamado los Baños Nuevos, que estaban situados en el centro de Jaca, los Baños Judíos estaban cerca de la existente por entonces sinagoga, más o menos en la actual calle de Cambras, aunque los utilizaban prácticamente solo judíos; y también, los Baños Viejos (o Fuente los Baños y Lavaderos, existentes hoy en día), los más concurridos y los que eran mas utilizados por los peregrinos del Camino Aragonés de Santiago, al estar situados junto a un acceso a la ciudad, cerca del actual Colegio de Escolapios. Y es que es reconocido que el peregrino solía asearse en las ciudades o villas importantes antes de entrar en catedrales o lugares santos. Y, por supuesto, antes de su entrada en Compostela realizaban su aseo final en las aguas del pequeño río de Lavacolla, ya que esta higiene estaba relacionada además con la limpieza penitencial y ritual que se utilizaba para que el peregrino, aseado y llegado a Santiago se librase de sus pecados.

Aliviar el calor en zonas de baño naturales, situadas en entornos atractivos, es una opción que nos ofrecen muchos lugares en la geografía aragonesa

Hoy en día, una alternativa a la ducha o a la piscina de ciudad es por supuesto escaparnos a una piscina natural de la Jacetania, de Huesca o de cualquier otro sitio de Aragón, algo que siempre nos reconfortará, al tratarse de lugares de agua fresca y habitualmente cristalina en medio de paisajes espectaculares y normalmente no muy masificados. Aunque fastidia decir solo algunos, citaré de los que bien conozco, entre los que se encuentran la Gorga de Boltaña, poza natural de aguas cristalinas del río Ara, ubicada debajo del puente de acceso a la localidad. El Salto de Pozán, en la localidad de Pozán de Vero, donde hay una cascada situada en el río Vero y se ha formado una poza adecuada como zona de baño. Las llamadas Gorgas de Puértolas, que son diversas zonas de baño señalizadas y acondicionadas para ello situadas en el río Cinca. Las Pozas de Belsué, sitas cerca de Nueno, en el río Flumen, donde hallaremos diversas pozas de fresca agua y una buena arboleda. Y aunque hay muchas más diseminadas por toda la geografía aragonesa, cerraré nombrando el lugar conocido como el Salto de Alcanadre, situado en Bierge, en el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, un lugar bastante popular con buenas aguas cristalinas, donde hoy en día están prohibidos los saltos que antes se realizaban desde la presa, de ahí su nombre. Eso sí, es una zona de baño controlada y el precio de acceso es de 3 euros, los niños pequeños no pagan.

Realmente tenemos numerosos lugares para disfrutar del frescor del agua, algunos escondidos y poco o nada conocidos, otros populares y concurridos y muchos de ellos esculpidos por la acción de sus aguas, mayoritariamente frescas y cristalinas, lugares perfectos para refrescarnos los días calurosos de verano o simplemente disfrutar en bellos entornos de la magia de la naturaleza. Todos estos parajes de ensueño os esperan, así que hagamos turismo en Aragón.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión