Se hace bola

Simulación numérica de dos agujeros negros que se inspiran y se fusionan emitiendo ondas gravitacionales.
Se hace bola.
EP

Verano récord de calor y sms, que ya solo los usan los gobiernos y bancos. Va todo muy prieto. Lo que no se ha hecho ni pensado en agosto se apelotona y se hace bola, ovillo, grumo plegado cual proteína. 

Los gobs se han retrasado, lo cual es una redundancia ya que un gob es puro atraso, no sólo por él sino por la mera gestión de las cosas y personas, tan ardua y jasca. Las cosas se complican, y más con el tiempo, que jalea al espacio. La entropía es algo del calor y por eso este año la sentimos más. Según dicen, el espacio tiempo va junto pero eso ocurre a una escala que no palpamos desde la óptica humana excepto, quizá, los poetas. Solo lo vemos en kms/hora, que ya es algo, o mucho. Pero la idea de que el espacio/tiempo es uno y se curva con la gravedad –y hasta hace lupa– es más difícil de pillar. Aunque ya le vamos cogiendo el punto: a todo se hace el humano, tantos millones de años zarpeando por esta bola: quizá hemos superado ya el mareo cosmológico que nos produce el girar o elipsar a tantas velocidades y en tantos sentidos, y siempre atravesados por neutrinos, ondas gravitatorias y otras que aun no imaginamos. Así que dentro de todo nos vamos apañando. Hasta han descifrado el genoma “Y”, que lleva en lista de espera desde el primer día o antes. La “Y” es una “equis”. El MIT construye un artilugio de 80 kms para detectar mejor las ondas gravitatorias, débiles restos de eventos cósmicos que predijo Einstein antes de estar en Zaragoza y que son una pasada. Como casi todo en este universo tan entretenido que renace en septiembre y se hace bola. Glups.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Mariano Gistaín)

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