La trascendencia del fútbol

Saca uno la cabeza de su verano, todavía algo aturdido por su ritmo abotargado, cuando la vida -incapaz de distinguir estaciones- te estampa su radiografía sin anestesia. Compartíamos encuentro popular en un pequeño pueblo de Teruel, de esos que se esfuerzan por confirmar su existencia, cuando con naturalidad -la que brinda el peso de la costumbre-, uno de los dialogantes se apartó un poco, sacó un bolígrafo y se pinchó la insulina.
El desconcierto lo cubrió la normalidad de aquel gesto, que nos llevó a rodear el omnipresente debate del fútbol para interesarnos por su estado. Y nos explicó que sufría la diabetes más rara, con un porcentaje pequeño de afectados, lo que complicaba los tratos y los tratamientos.
Nos conocíamos de encuentros de charlas de fútbol, en donde nos citábamos para departir de la trascendencia apasionada de jugadas, rivales, jugadores y goles. Y las aspiraciones de pelear por ese innegociable objetivo que sostiene las ilusiones. Lugar de encuentro que contribuye a sellar amistades y querencias profundas.
En el avance de la confidencia, nos enunció que hacía unos meses le habían detectado además un cáncer de compleja evolución que le había obligado a someterse ya a una docena de sesiones de quimioterapia, en un proceso similar al que ya había sufrido su padre, según él nos explicó.
Y conforme aquella persona iba desglosando su relato, uno buscaba los asideros a esa sencillez que sostenía su estado de ánimo, a veces más alto -nos describía- y otras, no tanto.
Asimilamos su vivir, impresionados por la manera de afrontar el día a día, y en la despedida, una vez finalizada nuestra comparecencia, le apunté que me acordaría de rezar por la evolución de su dolencia. Esbozó el perfil de una sonrisa: "Estuve varias semanas ingresado y aunque no soy muy practicante, al coger el taxi le pedí al conductor que me parara en el Pilar para ponerle una vela a la Virgen". Iniciativa de calado tan trascendente para él como nuestras conversaciones de fútbol. Todas esas que todavía nos faltan por completar.