Diputados de alquiler

El hemiciclo del Congreso de los Diputados.
El hemiciclo del Congreso de los Diputados.
Fernando Alvarado / Efe

Mientras España casi entera anda ocupada en el desenlace del beso más abominable de la historia (bueno, después del de Iscariote, supongo), ayer por la tarde, en el Congreso de los Diputados, se perpetraba una tropelía que no por reiterada deja de serlo. 

Efectivamente, la Mesa de la Cámara, con los votos unidos del PSOE y de Sumar, daba por bueno el préstamo de diputados para que los partidos separatistas de ERC y Junts puedan tener cada uno su propio grupo parlamentario, con las prebendas políticas y, sobre todo, económicas que ello comporta. Ni ERC ni Junts se habían ganado en las urnas -según el Reglamento del Congreso, ley orgánica- el derecho a tener grupo parlamentario, pero ayer el PSOE le cedió cuatro diputados a Junts y Sumar, dos a ERC, y el Reglamento que se fastidie. Me pregunto cómo se sentirán esos diputados de alquiler, a los que su partido pastorea de aquí para allá en función de los intereses ‘superiores’ del líder. ¿Sentirán lesionada su dignidad como parlamentarios y como personas? Y me preguntó también qué pensarán esos ciudadanos que votaron, por ejemplo, a los socialistas y que ven que el primer resultado de su voto es engordar a otro partido que defiende postulados muy distintos, en gran parte opuestos. ¡Qué ejemplo de integridad! Sí, ya sabemos que no es la primera vez que se recurre en el Congreso a este tipo de felonías, que entran en el mercadeo de apoyos y favores entre los partidos. Pero que un desmán se repita con frecuencia no lo hace menos grave. Si acaso, al revés, demuestra que no hay vergüenza ni propósito de enmienda.

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