De candidatos (in)decentes

Los casos de indecencia en la vida pública deterioran la confianza social.
Los casos de indecencia en la vida pública deterioran la confianza social.
Lola García

Según cierto comentarista político que firma siempre con tres de sus profesiones (ha ejercido alguna más, que calla por conveniencia), el rey ha propuesto como candidato a la presidencia del Gobierno a un sujeto sin decencia.

 Y la presidente del Congreso de los Diputados, la socialista balear Francina Armengol, ha refrendado la propuesta, sin lo cual carecería de vigor. Según el vehemente analista, Alberto Núñez Feijóo no tiene decencia por impedir la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Es posible, o no, que el candidato Feijóo no sea decente. Y que sea él quien impide tal renovación. O no.

Es muy posible que, pasadas unas semanas, el rey y la señora Armengol tengan que proponer a Pedro Sánchez Pérez-Castejón para la misma cosa. Lo cual parecerá muy bien al citado comentarista. ¿Por qué? Porque tiene una cuarta profesión largamente ejercida, pero que se abstiene invariablemente de mencionar: además de profesor, militar y escritor, fue delegado del Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero en Aragón entre 2004 y 2011. Si se oculta esa parte, se priva al lector de un significativo elemento de juicio sobre el autor cuyos artículos tratan con frecuencia sobre política nacional.

A Núñez Feijóo sus rivales políticos lo han llamado incapaz, aldeano, difuso, engreído, indeciso, oportunista, indolente, tardón, acomodaticio, cobarde... Alguno de esos epítetos se corresponde con tal o cual actuación momentánea. Al contrario que Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar, Zapatero, Rajoy o Sánchez, en términos de política de Estado Feijóo no tiene un perfil político nítido, porque no ha gobernado España. Pero, en general, no parece un personaje indecente.

Una foto marinera

Otra percha de la que algunos cuelgan ese sambenito es débil: una vieja foto (1995) en la que aparece con un contrabandista de Cambados, de nombre Marcial Dorado. Se les ve sentados, en bañador, como si fueran a dar un paseíto marino, pues no llevan siquiera camisola o gorra. Feijóo tiene las manos en el volante de lo que alguna prensa hostil llamó, con infantil mala fe, «buque de recreo» (‘Público’ 24.06.2018). Un buque, para serlo, tiene que medir al menos 24 metros de largo (eslora), pero así se deja en el ánimo del lector la sensación de que la envergadura del delincuente es proporcional a la de su navío. La primera causa judicial no se le incoó a Dorado hasta diez años después de la foto, en 2005, y en 2009 era ya un delincuente probado, por sobornar a guardias civiles y traficar con drogas. No es posible sacarle mucho más jugo a eso, si se atiende a las fechas y a la entidad verdadera de aquel ‘buque’. Feijóo más pareció entonces novato y panoli que indecente.

Otros indecentes

Claramente indecentes, por ejemplo, son Luis Rubiales y su sueldo (y la jugadora también ha mentido); Laura Borràs (indultada); Félix Millet y sus desaprensivos socios de la Convergència de Pujol y Mas; los apandadores socialistas en el saqueo de los ERTE andaluces; el exministro balear Jaume Matas (PP); los golfos valencianos y madrileños de Gürtel; el juez Estivill; Dolores Delgado según la grabó el indecente Villarejo; los sigilosos mangantes del PNV (Txomin Renteria, Pagalday, Hiriko, Margüello, Glass Costa, que no les suenan, ya, ya, menudos son los de esta honorable tropa...).

El comentarista de las varias profesiones pide decencia a Núñez Feijóo por su descaro al presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno sin resolver la interinidad del CGPJ. Repitámoslo: según esto, Feijóo ha contaminado de indecencia al jefe del Estado y a la presidente del Congreso. El comentarista multiprofesional sabrá que el rey obra así tras oír a los grupos parlamentarios recién formados. Pero acaso ignore que, ya hace años, algunos de estos grupos no acceden a despachar con el rey y que otros no se pronuncian claramente sobre el candidato. Lo que baja sensiblemente el nivel de certeza.

Apuesto a que nada objetará el polifacético analista a la decencia del siguiente y probable candidato, que será el Dr. Sánchez Pérez-Castejón. El que dijo que Puigdemont volvería a España para comparecer ante la justicia; que la actuación de ese sujeto y de los suyos constituía un delito de rebelión; que no daría ciertos ministerios (esto es una interpretación condescendiente) a Podemos, aunque le asignó una vicepresidencia con acceso al CNI. Y son de todos sabidas las reiteradas concesiones a los partidos separatistas, incluido el que todavía da amparo activo a la memoria de ETA. Ahora mismo ha ordenado ‘prestar’ diputados al partido separatista del fugitivo de Waterloo, para que tenga grupo parlamentario, con sus anejos dineros, empleados, tiempos y prerrogativas parlamentarias.

Quizá sea un candidato decente, pero hay que esforzarse mucho para asumirlo.

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