Luis Rubiales y la esencia del fútbol
El fútbol es fútbol. Y en su esencia simple y bastante inmutable han participado frecuentemente el sexismo, el racismo o el patrioterismo más agresivo. Que Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española, no respete algunas de las normas básicas que rigen la convivencia y lo haga con tanto desparpajo, tan sobradamente, ante todas las cámaras del mundo, sin que en su entorno nadie salga ni siquiera a marcar distancias, solo hace intuir lo mucho y malo que estará pasando cuando los focos están apagados, en los despachos y en los vestuarios.
Es todo aquello que ha hecho de este juego y de su práctica profesional, que desde luego son los más apreciados, los más seguidos, los que mayores dineros, afectos e identidades mueven, también los más antipáticos para una parte grande de la población, incómoda en ese ‘terreno de juego’.
Con las futbolistas, como con las mujeres ante el sacerdocio o ante la milicia, puede costar entender el empeño en ser admitidas en un club que no las quería como socias y cuyos códigos son masculinos desde siempre. Pero es una cuestión de igualdad, irrenunciable, y el hecho es que cada vez las hay más concernidas por este deporte, que se divierten jugándolo o viéndolo, o que quieren vivir de ello; que hay un evidente interés –comercial, hasta político– en que esta afición crezca, y que no puede tolerarse que se consolide un nuevo espacio de indignidad y desprotección para ellas, igual que durante tanto tiempo ha habido barra libre para los peores insultos y la violencia en las gradas.