Medio millón de bajas militares
La guerra en Ucrania se ha cobrado 500.000 bajas militares (muertos y heridos) al año y medio de su inicio. Se trata de una estimación de fuentes estadounidenses, ya que Ucrania no informa de sus víctimas, mientras que Rusia dejó de notificar las suyas hace tiempo. La contraofensiva ucraniana en curso estaría teniendo un alto coste, aunque los avances de unos y otros son limitados y lentos. Además, es de prever que aún se ralenticen más cuando termine el buen tiempo veraniego. Así, la «operación militar especial», como llamó Vladímir Putin a la invasión de Ucrania hace ya dieciocho meses, es en realidad una gran guerra que desangra a ambos países por la brutal agresión orquestada por el sátrapa ruso.
El Kremlin lanzó a su ejército a invadir Ucrania en febrero del 2022 creyendo que iba a ser un paseo militar, que la capital iba a caer en pocos días y que el Gobierno democrático podría ser derribado y sustituido por otro afín a Moscú. Nada de eso ocurrió. Esa fue la primera derrota para Rusia, agravada después por las sucesivas dificultades que han sufrido sus tropas, cuyas carencias se han hecho evidentes a pesar de ser una potencia bélica. El penúltimo torpedo en la línea de flotación del poder de Putin fue la rebelión del jefe de los mercenarios del Grupo Wagner, Evgueni Prigozhin, quien al parecer viajaba en un avión que se estrelló ayer. En cambio, Ucrania ha potenciado extraordinariamente su imagen internacional y ha hecho frente a la gigantesca maquinaria militar rusa. El problema, tanto para un bando como para el otro, es que están atascados en el campo de batalla, lo que no permite proclamar la victoria a ninguno. Putin, que ha violado la legalidad internacional, ha perdido la batalla de la imagen, pero el desgaste humano y económico lo están pagando ambas partes. Que la guerra en Ucrania va para largo es una evidencia que nada desmiente por ahora.
