L’aragonés e os deputaus

El diputado de Sumar-CHA Jorge Pueyo.
El diputado de Sumar-CHA Jorge Pueyo.
Europa Press

Esta XV Legislatura comienza curiosa. La primera victoria del PSOE de Sánchez ha dado la presidencia del Congreso de los Diputados a Francina Armengol

Se ve feliz. Está encantada de haberse conocido. Con ella, Sánchez tiene aseguradas las mejores fórmulas magistrales para administrar la Cámara baja. Esta licenciada en Farmacia no tiene alergia al sectarismo, ni a la polarización, ni a lidiar con lo que se tercie. Su interpretación del reglamento del Congreso ya se ha constatado fuera de lo común. Está ahí para tragar con lo que necesite su jefe. No tiene problemas en contorsionar las reglas a las circunstancias. Por ejemplo, la incorporación de otras lenguas a la vida parlamentaria, como se constató en la sesión constitutiva del pasado 17 de agosto. Y ahí se ha sentado un precedente y erigido un hito. Es la primera vez que un diputado promete su cargo en aragonés. Jorge Pueyo Sanz (Fonz, 1995), de Chunta Aragonesista dentro de la coalición Sumar, dijo: «Per Aragón, es suyos dreitos y llibertaz, paisaches y ríos y la clase treballadora». Esto tiene diversas interpretaciones a ubicar entre dos extremos. En un lado, quienes se alegran de que haya sucedido. ¡Por fin, el aragonés se visibiliza en la sede parlamentaria! En otro, quienes lo consideran ridículo, ineficiente y fuera de lugar. Ambos tienen algo de razón.

Si, como dice la Constitución Española, «las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado», las lenguas de España han de tener su oportunidad y su sitio. La visión supremacista de unos pocos considera que sólo ha lugar para catalán, gallego y vasco. Esas son ‘co-oficiales’. Otras minorizadas y minoritarias, como el aragonés, ni se nombran. En ese sentido, es oportuna la intervención e incluso insistir en ello. Si se considera el plurilingüismo como un valor, que sea de verdad.

Sin embargo, si el Congreso tiene como función principal legislar y conseguir acuerdos entre diputadas y diputados con lengua común el español, es un despilfarro y una pérdida de tiempo recurrir a traductores para parlamentar y entenderse. Pero, como venimos comprobando estos años, disparar con la pólvora pagada con nuestros impuestos no cuesta nada. Convertir un asunto secundario en centro del debate político es una vieja estrategia para olvidar temas cruciales, como el desempleo, la inflación o la igualdad efectiva de la ciudadanía independientemente del lugar de residencia.

Este escenario tragicómico seguro que daría pie a Montesquieu (1689-1755) a revisar su Carta Persa CIX. En ella ironizaba sobre el debate respecto de cómo pronunciar la letra Q, que concluyó con un solemne decreto del rey de Francia permitiendo a los súbditos pronunciarla como quisiesen. Y seguía diciendo: «Las mentes de los hombres más grandes se encogen cuando están juntas, y que allí donde hay más sabios encuentras menos sabiduría. Las grandes comunidades se preocupan tanto de las minucias, de las formas vacías, que acaban postergando lo esencial. He oído decir que un rey de Aragón, habiendo unificado los reinos de Aragón y Cataluña, empleó las primeras asambleas en decidir la lengua en que se mantendrían las discusiones; la discusión era acalorada y los Estados se hubieran destrozado mil veces de no haber ideado una solución que consistía en formular la pregunta en catalán y la respuesta en aragonés».

Las discusiones sobre asuntos no esenciales tienen su utilidad estratégica para mantenerse en el poder. Mientras se dedica el tiempo a esos debates no se abordan los importantes, como la financiación autonómica, la supresión de las asimetrías vasca y navarra, la mejora del acceso a la vivienda, a la sanidad, a la educación, los servicios sociales… Si sus señorías se entretienen con ‘as luengas, no charrarán d’os alazets’. Jorge Pueyo ‘a feito muito por l’aragonés autual. Agora cal escampar a boira, sin sulsir os diyas muyindo fardachos’. Está bien visibilizar el aragonés en el Congreso, pero sin caer en la trampa de Sánchez. Es importante cuidar el aragonés, más en nuestro país, en Aragón. Aquí nos jugamos el futuro de una lengua que tiene siglos de historia y merece una política lingüística que la cuide. Que discutan de esto los diputados no sé…

Chaime Marcuello Servós es #profesor de la Universidad de Zaragoza

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