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Cartas al director de HERALDO: Oponerse al trasvase

Manifestación por la autonomía plena de Aragón y contra el trasvase del Ebro el 23 de abril de 1993.
Manifestación por la autonomía plena de Aragón y contra el trasvase del Ebro el 23 de abril de 1993.

Cada pueblo, cada gente, cada uno de nosotros tenemos algún símbolo o referencia que estimamos con orgullo. En Aragón, entre muchísimos, el Pilar, Goya, el Zaragoza... está también el trasvase del Ebro. HERALDO explicaba hace unos días que en el pacto para el Gobierno de Aragón no hay una oposición firme al trasvase: "Reivindicar el desarrollo íntegro del Pacto del Agua para garantizar la reserva hidráulica", "velar específicamente por evitar transferencias de aguas de las cuencas hidrográficas de las que forma parte la comunidad autónoma". Es un planteamiento correcto, no agresivo, de dos partidos (PP y VOX) que lo son a nivel nacional, que se comprende. Pero el PAR no es partido nacional, sino regional, por lo que sus políticas deben defender únicamente intereses aragoneses. Y ha sido el PAR, uno de los nuestros, quien ha omitido el ‘no’ específico al trasvase controlando, eso sí, varias direcciones generales y la Delegación Territorial de la DGA en Huesca, sin saber yo si hay alguna relación entre dichas noticias. Si el PAR acepta el acuerdo de gobierno ya pactado, quizás pierde valor el ser regionalista. Se apaga su voz. Cierto es que sólo es un invitado al gobierno que ha llegado a los cafés y un poco tarde. Escasa oposición al trasvase hace el PAR, cuando el trasvase ha sido símbolo de los aragoneses que se ha defendido en la calle. Y es demasiado débil la voz que reclame derechos e intereses de Aragón. Pero es el debe de nuestros políticos (todos) el escaso aprovechamiento que hacemos del río, demandado desde otras comunidades que, posiblemente, convertirían el agua en más riqueza. De lenguas y modalidades lingüísticas ya ni hablamos. Seguro que el tiempo quitará o no razones, pero sospecho que el pez grande ha comenzado a comerse al chico. Y duele.

Jesús Añaños Vinué

ZARAGOZA

En la pequeña iglesia. El anciano y enjuto cura acudía cada quince días en su utilitario antiguo a un pequeño pueblo del Pirineo. Al llegar, a eso de las ocho de la mañana, tocaba la bocina. La sacristana encargada de la llave y de la limpieza de la iglesia acudía. La iglesia era pequeña, románica, del siglo XII. Para entrar hay que cruzar el pequeño cementerio con nichos y tumbas abandonados. La maleza se apodera. Cruces y lápidas partidas dejan al descubierto algunos cráneos y tibias de hijos del pueblo. La sacristana entrega al cura la llave y le besa la mano. La puerta de madera mal encajada en el arco de medio punto se abre al recinto húmedo y oscuro. Dos hileras de bancos mirando al altar, con una pintura de la Virgen en colores celestes, desquebrajada por la humedad. Mientras el cura se pone la ropa de celebrar, la mujer enciende las bombillas y las velas. Luego enchufa un casete con el sonido de las campanas para llamar a la misa. Mi cuñada y yo éramos forasteras y nos apeteció visitar la iglesia. Nos sentamos en el primer banco. Saludamos a algunos vecinos. El cura nos miró mientras pronunciaba la homilía y nos dio las gracias por nuestra presencia. La homilía fue tan emotiva que me hizo llorar. Los feligreses, asombrados, se acercaron a consolarme. A mi cuñada le dio por reírse. El cura dijo que la Virgen también lloraba y siguió celebrando. A la salida, los vecinos me preguntaron si ya me sentía mejor. A mi cuñada la ignoraron.

Pilar Valero Capilla

ZARAGOZA

El camino torcido. Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar". Como señaló Machado, todo va pasando y todo se queda en una historia que no deja huellas. Quizá porque el ser humano sueña con abrir caminos propios y sentirse precursor de cualquier cosa; mejor moderno que constante en lo bueno. Pasos baldíos, que no aprovecharán los caminos que hubieran podido ser valiosos, o la lección que podría protegernos de ir a parar de nuevo a esos caminos en círculo. Por ejemplo: Las malas formas parecen modernas pero ya estuvieron presentes en historias fracasadas. ¿Por qué no aprendemos? Las malas formas corrompen la convivencia en el matrimonio, la familia, la vecindad, la escuela, la sociedad o el mismísimo Parlamento. Un matrimonio no subsiste solo con atracción sexual y viajes al Caribe, precisa el respeto del uno al otro o no llegará a ningún final feliz. Lo mismo sucede en la familia. Y qué decir de personajes públicos que, debiendo dar ejemplo, vuelven a los caminos de la soberbia, el despotismo y el insulto. O de los medios de comunicación que comunican suciedad moral como avance social, degradación como diversión, calumnia y violencia como la droga que calma la frustración. Hay más películas y series de asesinatos que nunca. ¿Son caminos nuevos? No. Queda un camino de futuro, pero hay que atreverse: "Y habrá una senda allí, sí, un camino llamado Camino de la Santidad. El inmundo no viajará por ella… ningún tonto andará errante… allí solo andarán los recomprados" (Isaías 35:8,9).

José Luis Sancho Sánchez

ZARAGOZA

Escenas ‘costumbristas’ en el regional exprés. Los viajes siempre han sido motivo de inspiración literaria, como escribió Larra en ‘La diligencia’, y también los paisajes que van apareciendo por las ventanillas, "devorando matorrales, alcaceles, terraplenes, pedregales, olivares, caseríos, praderas y cardizales", que veía Machado camino de Jaén. El paisaje que recorre el regional exprés a Barcelona, siguiendo la estepa de los Monegros y bordeando el Ebro, mantiene la atención del viajero. Pasada la cordillera costera catalana y llegado Reus, aquello es una confusión apropiada para la crítica más sagaz. Un joven que ‘perrea’ subido al asiento ante el griterío de unos quince muchachos, que al parecer van a un festival en Comarruga. Sube un joven desaliñado, ‘look’ perroflauta, con un perrazo negro, y ante el temor de un muchacho, que parece autista, sorprende al padre del niño: "Ya podía educarlo un poco mejor, que el perro es inofensivo". Un viejo borrachín aparece entre los asientos ofreciendo uvas agraces a cambio de dinero.    Y el tren se llena con turistas en chanclas y tops que vienen de Port-Aventura. Se anuncian por megafonía estaciones que no son las paradas del tren. Cerca de Tarragona, una larga pausa que hace más insoportable el bullicio del vagón, acabo de leer lo del revisor de Tortosa, al que el maquinista encontró en la cabina manteniendo relaciones sexuales con una mujer, y espero que el traqueteo no haya animado al de este tren, que desde Samper de Calanda no ha aparecido. Por fin Comarruga, aún hay que sortear bicicletas y respirar una humareda que huele a hierba quemada o caucho, que al parecer viene del váter. Y no funcionan los ascensores para sortear las vías, toca acarrear maletas por las escaleras. Si usted quiere progreso, páguese un AVE, a no ser que, como Larra, quiera escribir sobre las costumbres de la sociedad moderna.

Javier Fatás Cebollada

ZARAGOZA

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