Cuando esta mañana se reúna por primera vez, en la carrera de San Jerónimo de Madrid, el pleno del nuevo Congreso, el principal centro de atención va a estar en la elección del presidente de la Cámara y de la Mesa. 

A esa cuestión, al quién será será... llevamos semanas dándole vueltas los medios de comunicación sin conseguir, desde luego, descifrar el arcano, que se supone que contendrá también la secreta clave de cómo se desarrollará la legislatura. La política española tiene que ver cada vez más con las adivinanzas, las mancias y los cultos mistéricos. O con la kremlinología, aquella dudosa ciencia que intentaba descifrar lo que ocurría detrás de los espesos muros de la burocracia y la ‘nomenklatura’ soviéticas. Pues así nos tienen también aquí nuestros políticos, todo es opacidad y espesor.

Pero esta mañana en el Congreso ocurrirán otras cosas que también son dignas de interés. Nótese, por ejemplo, aunque parezca solo anecdótico, que Alberto Núñez Feijóo va a ser diputado nacional por primera vez en su ya larga trayectoria. Rompiendo con esa circunstancia un tanto anómala que hacía que el jefe del gobierno y el de la oposición no pudieran verse las caras en la principal cámara parlamentaria.

Y habrá que prestar también atención a las fórmulas que utilizarán algunos diputados para tomar posesión de sus escaños, con cuya variedad e imaginación volveremos a constatar la tristeza de que en España se pueda representar al pueblo sin comprometerse, sin reservas mentales ni políticas, a respetar la Constitución.