Por
  • Carmen Magallón

La bomba y Oppenheimer

Un momento de la película 'Oppenheimer'
Un momento de la película 'Oppenheimer'
Heraldo.es

El aniversario del lanzamiento de la primera bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki coincide este agosto con el estreno de una película de impacto mediático: ‘Oppenheimer’, nombre del científico a cargo del Proyecto Manhattan que construyó el arma atómica en la II Guerra Mundial. Las terribles consecuencias de su uso son o deberían ser conocidas: doscientos mil muertos, destrucción e innumerables sufrimientos y enfermedades debidas a la radiación. Los ‘hibakusha’, sobrevivientes y descendientes, encarnan la memoria de la tragedia. Unos días antes, quienes vivían en la zona de Alamogordo (EE. UU.) donde se realizó la prueba inicial fueron asimismo afectados por la bomba. No estaba vacía. Los 13.000 habitantes que había en un radio de 80 km en torno a la explosión no fueron avisados ni protegidos. Sintieron que el fin del mundo había llegado. Invisibilizados, mental y físicamente devastados, el cáncer se disparó en sus comunidades y las altas tasas pasan de generación en generación.

Una película no puede decirlo todo. Es cierto. Pero el olvido de las poblaciones locales, y el paso de puntillas por la magnitud de la tragedia y las disidencias dentro de la comunidad científica merecen señalarse. En cualquier caso, bienvenido el film si despierta el debate. El movimiento Pugwash de científicos mantiene la alerta que levantaron los firmantes del Manifiesto de Russell-Einstein. Hoy la amenaza nuclear sigue activa. Sólo el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares aporta algo de luz.

Carmen Magallón Presidenta de la Fundación SIP y Honoraria de WILPF

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