Con el contador a cero

Azcón entra al Pignatelli para asistir a la toma de posesión de sus consejeros.
Azcón entra al Pignatelli para asistir a la toma de posesión de sus consejeros.
José Miguel Marco

Quiere Azcón que su Gobierno, neonato, se comporte con exigencia, inteligencia, discreción, prudencia, trabajo (elevado al cubo, por lo menos), ambición (en el buen sentido) para perseguir grandes proyectos, esfuerzo, capacidad, responsabilidad, firmeza, estabilidad, ilusión, lealtad, elevación, compromiso inquebrantable, ejemplaridad y excelencia.

 ¡Uf!, no está nada mal, una larga serie de actitudes y aptitudes virtuosas que ha ido desgranando en sus alocuciones de estos días de tomas de posesión. A las que aún podríamos añadir la emoción, que aunque no la mencionase estuvo presente, porque Azcón es dado a emocionarse. Esperemos que esas lágrimas que le vienen a los ojos no sean signo de vanidad satisfecha sino de esa clase de amor propio que lo incita a uno a cumplir con sus obligaciones y a hacer buena su palabra. Así que Azcón se ha estudiado los principios morales que deben guiar a un buen gobierno, no es mal comienzo; ahora solo le falta aplicarlos para desmentir el refrán que dice que del dicho al hecho va mucho trecho. Sin duda, muchos aragoneses van a saludar el Gobierno de Azcón con parabienes y esperanzas: ¡por fin llega el cambio, llega lo nuevo, después de ocho años de lo mismo! Pero otros muchos lo recibirán de uñas, con reticencias y aun con irritación: ¡que viene la derecha, y aún peor, la extrema derecha! Pero lo que parece claro es que lo que vaya a hacer, de bueno y de malo, este Gobierno está todavía por demostrar. Habrá que valorarlo por sus actos y por los resultados de sus actos. Y de momento, el contador está a cero.

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