Campamentos de verano

Esta temporada, los campamentos de verano han experimentado un inesperado auge en Aragón, hasta el punto de que más de 33.000 jóvenes participan en alguno de los que se organizan en esta tierra, con la provincia de Huesca como destino mayoritario, según los datos que maneja el Instituto Aragonés de la Juventud. Esa forma de aprovechar las vacaciones parecía ya un refugio del pasado analógico y silvestre en el que crecimos algunos de los que ahora peinamos canas en el poco pelo que nos queda. Como si esas divertidas y ricas experiencias al aire libre a tan tierna edad hubieran quedado arrinconadas por la invasión digital del ocio de nuestros adolescentes y lo de salir al campo con compañeros para desarrollar la autonomía personal y el amor por la naturaleza fuera cosa pasada de moda e inútil.
Recuerdo con la cándida nostalgia propia de hace medio siglo el asombro de mi madre cuando a la vuelta a casa de mi primer campamento en Villanúa, comprobó que ese flacucho tiquismiquis y mal comedor de once añetes se zampó todo lo que le puso sin rechistar, saboreando cada bocado con la delectación propia de quien ha descubierto los placeres perdidos por su propia tontería de niño mimado. Dolores, mi progenitora, quedó encantada del efecto del campamento.
Ordenar la mochila con lo imprescindible sin olvidar la harmónica, programar las actividades a compartir esos diez fascinantes días en los bosques del Betato o Santa Elena, apalabrar con el dueño de los campos el terreno donde se levantarían las carpas, revisar las tiendas de campaña en las que pernoctar, ensayar los números que interpretaríamos en el fuego de campamento, asegurarnos de renovar el colchón para nuestro paciente y veterano Prudencio, cocinero que iba a aguantarnos esos días, velar por los pequeños para que no se asustaran ni estozaran... Trabajo de equipo que nos hizo madurar mientras formábamos un grupo de amigos para siempre. Escuela de vida que por fortuna sobrevive al aislamiento al que hoy nos condenan las pantallas. Gracias, Prudencio.