Talento junior y talento sénior

La ciberseguridad facilita el teletrabajo.
El teletrabajo, una demanda laboral en alza.
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Hace unos días, el periódico económico ‘Expansión’ publicó un interesante trabajo en el que se recogía el fenómeno de fuga de talento joven que se da en los grandes bufetes y consultoras en España, y cómo estas empresas deben cambiar sus mentalidades y actitudes para atraer y retener a la gente joven, preparada y brillante cuya manera de pensar ha cambiado también y de forma sensible con el paso del tiempo. Los objetivos de estos jóvenes talentosos ya no son los de antes ni lo es la forma de entender la profesión; han incorporado fuertemente a su forma de pensar que tanto el ganar dinero como la ambición profesional pueden llegar a pasar a un segundo término frente a otros valores como el disponer de tiempo libre, tener flexibilidad laboral, poder conciliar, teletrabajar, oportunidades internacionales, etc.

Muchos de esos despachos y empresas adolecen de ciertas rigideces y no acaban de comprender los cambios que imponen los tiempos; suelen mantener fuertes exigencias de presencialidad y olvidan que los nuevos profesionales están más orientados a trabajar por objetivos, cuya consecución es lo que realmente debería importar y valorarse. Pero seguimos con esa falsa y anticuada filosofía de que permanecer horas y horas atado a una silla es una garantía de trabajo eficiente; grave error y que además desmotiva al empleado y le aleja de la fidelización al despacho o a la compañía consultora.

Parece que los cazatalentos y los responsables de recursos humanos ya lo van entendiendo y ofrecen remuneraciones que no sólo consisten en dinero y promesas de carrera, sino que contemplan aquellos aspectos a los que aspiran las nuevas generaciones. Sin olvidar la propuesta de algunos expertos que invocan mantener el ‘talento sénior’, que atesora experiencia, fidelidad y buen conocimiento del cliente, en lugar de quitarte de encima a los mayores, pues las sustituciones automáticas no parecen estar dando los mejores resultados.

Hay que reconocer la vitalidad, el empuje y la preparación de los más jóvenes, pero también que es cada vez más difícil hacerlos aceptar fórmulas ya agotadas y que las empresas deben adoptar nuevos sistemas y acomodarse a las exigencias de los nuevos tiempos. Y no desperdiciar el talento acumulado por esa generación sénior a la que también hay que cuidar y motivar.

Reflexiones estas que son válidas para el mundo de la empresa y su organización en general; la movilidad, la verdadera formación, los sistemas de incentivos, la flexibilidad y las nuevas modalidades del trabajo son cuestiones que deben incorporar los nuevos manuales de recursos humanos.

En fin, que la atracción y retención del talento, tanto de jóvenes como de mayores, se muestra como una de las prioridades de la gestión empresarial, ya que de su acierto va a depender en gran medida el éxito de las empresas.

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