España, menos enemiga

Alberto Núñez Feijóo celebra su triunfo insuficiente en la noche del 23 de julio.
Alberto Núñez Feijóo celebra su triunfo insuficiente en la noche del 23 de julio.
Javier Lizón / Efe

Reposado ya el atracón electoral, lo que resulta claro es que la resistencia de Sánchez a una legislatura en coalición y necesitada de apoyos orbitales para sacar adelante las votaciones en el Congreso, deja algunas lecciones.

 Quizá la más importante es que parte de la derecha debe entender que a un grueso de la población no se le tuerce el voto de izquierdas apelando al miedo, que con el famoso lema de ‘¡Que te vote Tx…!’, derivó casi en matonismo. La defensa a ultranza de un lema tan sucio por parte de la extrema derecha pero también del ala más radical del PP, intuyo que ha enlazado un miedo a la radicalidad con otro, palpable tras el 28 de mayo. Si Borja Sémper, como portavoz de la campaña, quiso ensanchar el voto al PP para evitar depender de Vox; la realidad ha sido bien distinta, con un centro-derecha forzado a pactar con el extremismo para poder gobernar. Eso ha hecho mella en los españoles, que las semanas previas al 23-J vieron que la salida posible de la victoria popular en las autonomías dependía de pasar por Vox. Eso ha ocurrido en paralelo a un Partido Popular que lleva años dinamitando puentes con una buena parte de los partidos regionalistas y nacionalistas con representación en el Congreso de los Diputados cuando, no nos olvidemos, gobiernos populares pasados pactaron con nacionalistas vascos y catalanes. Una realidad que ha aislado a un PP con la ambición de valerse por sí solo en un arco parlamentario que, aunque algo contraído de nuevo hacia el bipartidismo, sigue y seguirá siendo lo suficientemente plural como para que el centro-derecha sepa que, si quiere gobernar, deberá volver a saber entenderse con esos partidos que son legales y que, al menos por el momento, juegan dentro del marco constitucional. A todo ello se une que España se mueve en un marco ideológico y social más parecido a los ideales de PP, PSOE y Sumar que a los de un Vox entregado, por ejemplo, a causas anti-LGTBI que levantan votos insuficientes pero que erosionan al PP. Un partido, el de Feijóo, que debe convencer desde el centro-derecha, huyendo de la idea de que su socio natural es una formación que genera discursos desde el ataque; y entendiendo que España es plural, diversa, no tan enemiga, y que, si se tambalea, tiene una estupenda Constitución como marco para poder dialogar.

@juanmaefe

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