El sueldo de los alcaldes

Alcaldes con sueldo en pueblos pequeños.
El sueldo de los alcaldes
K. U.

Me avergüenzan esas noticias que hablan de las primeras medidas que han tomado algunos alcaldes al comienzo mismo de sus mandatos: subirse el sueldo, a veces de forma desconsiderada. En algunos casos se trata de verdaderos escándalos que de alguna manera debieran estar prohibidos.

No me cabe duda alguna de que la condición de alcalde, si se quiere ejercer en plenitud, requiere un desvelo y una dedicación que deben ser compensados, y tengo también entendido que existe una normativa que de forma relativamente laxa trata de ordenar los emolumentos de los primeros regidores en función de la población de cada municipio, aunque habría también que conocer cuáles son los complementos o gabelas que pueden acompañar a los sueldos para completar la verdad completa de los ingresos de un alcalde, como son las dietas, los gastos de representación, la disponibilidad de coche y los ingresos por asistencia a reuniones, consejos o comisiones de la nube de entidades, instituciones y empresas públicas que pueblan el denso firmamento de las administraciones.

Lo que no me cabe en la cabeza es que un alcalde o una alcaldesa, y son numerosos los casos que abundan, por muy importante que sea su localidad, aunque sea la mismísima Marbella, tenga un sueldo superior al del presidente del Gobierno de la nación, pues hablando de ocupación, dedicación y responsabilidad es indudable que las del jefe del Gobierno son de mucha más amplitud y complejidad.

Eso del ‘porque yo lo valgo’ no justifica que algunos nuevos alcaldes se crean con
el derecho a autoadjudicarse sueldos que muchas veces ni hubieran soñado
conseguir por sus méritos en otros ámbitos de la vida laboral

Y también es cierto, frente a esos excesos obscenos, que puede haber en España miles de alcaldes de pequeños municipios que ostentan sus cargos sin otra compensación que la honra de haber sido elegidos por sus vecinos para representarlos y velar por ellos y sus intereses. Y que también han de estar al pie del cañón, dedicando su tiempo y sus desvelos a los pequeños o grandes problemas que ocurran en sus dominios.

Estoy convencido de que algo funciona mal en la estructura de las retribuciones públicas en este país, donde podemos contemplar situaciones disparatadas y que convendría revisar poniendo un poco de sentido común.

Pero en todo caso, el gesto de esos nuevos alcaldes de aplicarse a la primera de cambio un aumento de sus sueldos revela un talante, para mí, muy poco tranquilizador. Estamos convirtiendo la política en una gigantesca agencia de colocación pagando a muchos mucho más de lo que merecen sus trabajos, su experiencia, su valía y sus esfuerzos. Y a otros mucho menos de lo que valen sus servicios, y no quiero señalar.

Mi rotundo rechazo a esas subidas incontroladas, innecesarias y seguramente injustificadas. Eso del ‘porque yo lo valgo’ puede ser un eslogan válido para los anuncios de cosmética, pero en modo alguno para que algunos nuevos alcaldes se crean con el derecho a autoadjudicarse sueldos que muchas veces ni hubieran soñado conseguir por sus méritos en otros ámbitos de la vida laboral o profesional.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis de Arce)

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