Por
  • Cartas al director

Cartas al director de HERALDO: La gobernabilidad, en manos de un fugado

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont
La gobernabilidad, en manos de un fugado
JULIEN WARNAND

La gobernabilidad, en manos de un fugado

Esto de la política cada vez es más difícil de entender. Estamos en un mundo de bloques, eres progresista, eres carca, facha o similar, pero a la hora de la verdad todo es modificable y puede aceptarse según convenga. De esta manera se puede llegar a acuerdos imprevisibles: lo importante es ganar. 

En esta línea se ha celebrado por muchos el posible mantenimiento del actual gobierno, considerado progresista, como un hecho consolidado por haber superado a la derechona. No se ha explicado cómo, pero fácilmente se comprueba que será gracias a otros partidos de derechas a los que incluye encomendándose más al diablo que a Dios, haciéndoles reinas por un día o aplicando la máxima de la leyenda monacal: todo es bueno para el convento. Aparece como protagonista un señor que se fugó con premeditación y alevosía en un coche nocturno y desde entonces no ha parado de poner zancadillas a nuestro país, a España. Lo más llamativo es que en más de una mente preclara surja tal idea y no se haya oído ninguna clamorosa protesta que lo frene. Dicen que en los momentos difíciles es cuando se pone de manifiesto la calidad de las personas: estamos en un momento dulce para mostrarlo. Se han oído voces de la refundación del partido en el que todos estamos pensando y la ocasión de oro que tienen es inmejorable. Sólo el pensar que Puigdemont tiene en su mano nuestra gobernabilidad chirría por todos los poros y produce sarpullido político, por no añadir carcajadas estentóreas en los seguidores del huido. La solución de este arduo problema pone a prueba nuestra madurez como colectivo social. Hubo una época de transición, más compleja que ahora, que la puso de manifiesto. Fue ejemplo para Europa. Ahora que somos presidentes se apreciaría mucho más.

Francisco Alós Barduzal. ZARAGOZA

El casco histórico de Tarazona

Lamentablemente, el casco viejo de Tarazona es una ruina. Decenas de casas que hasta hace treinta o cuarenta años estaban habitadas por la clase media baja trabajadora y campesina se han hundido, dejando feos solares, o amenazan ruina. Y como hay últimamente de un colectivo ‘profesional’ que se dedica a allanar propiedades particulares, sin consecuencias penales, son vandalizadas –aquí va un tirón de orejas para la Justicia y para los políticos de la izquierda que parecen confundir necesidad y parasitismo– y al final sirven para vertedero a los desaprensivos y nido de alimañas (por cierto, ¿cuándo se van a acotar las plagas de palomas, que ya está bien). Esto sucede en todos los barrios históricos de mi ciudad pero hay un caso particularmente sangrante: el de esa casa, que será del siglo XVIII quizá, que conforma el emblemático Arco de la Traición, frente a la iglesia de La Magdalena. El edificio y el arco tienen interés como ejemplo de la arquitectura de hace doscientos o trescientos años y además dan a la zona encanto y misterio, que sería irresistible de estar bien cuidado. Pues bien, la puerta de la calle lleva meses derribada por los amigos de lo ajeno, y la casa, expuesta a los riesgos de los que hablaba. Y no es mi intención criticar a nadie, ni a la propiedad ni al Ayuntamiento, que está sensibilizado con este problema del deterioro urbanístico del casco. La culpa es de los turiasonenses, que hemos abandonado la auténtica y primigenia Tarazona para buscar la comodidad, el sol y la horizontalidad de los barrios modernos. Y ahora, porque hay mucha más seguridad, frente a la degradación que la delincuencia está aportando a la ciudad vieja. Ante esta situación vergonzosa, ¿costaría mucho al Ayuntamiento preparar unas chapas o tableros para sellar con unos tirafondos y algo de soldadura las entradas de esos inmuebles vulnerables? ¿Por qué no ha de tener derecho a hacerlo si es por el bien público? Pero rápidamente, quiero decir, no cuando la Justicia, que siempre llega tarde, dictamine y ya no quede ni casa ni arco.

Carlos San Miguel Echeverría. TARAZONA

El vandalismo incendiario

Los pirómanos de contenedores de basura han vuelto a Zaragoza. Los vecinos de la calle de Santa Orosia denunciaron una posible quema intencionada de contenedores, afectando a la terraza de un bar y a varios vehículos. Poco después los perjudicados fueron los vecinos de Pablo Sarasate, Graus, Sangenís y Donantes de Sangre. Los incendiarios se han ensañado con esta zona. En apenas cinco días se originaron hasta seis fuegos en Delicias y barrio Oliver, dañando contenedores, vehículos ubicados junto a ellos y negocios. Los ciudadanos estamos ya cansados de que se repitan estos actos vandálicos, advirtiendo del peligro que corren las viviendas con ventanas y balcones próximos a los contenedores, por el humo tóxico que puede entrar en las casas, con las ventanas abiertas por el calor veraniego, y el peligro en los vehículos allí aparcados. En España son muchas las ciudades que están instalando contenedores soterrados para solucionar estos y otros problemas, como la suciedad que se origina a su alrededor, bolsas de basura, restos de mobiliario, etc. La diferencia de precio entre un contenedor convencional y uno soterrado es grande. Por el contrario, sus ventajas son también grandes: mayor capacidad, más estéticos, higiénicos y, por ahora, no se pueden quemar. La basura queda oculta, dignifican el entorno, reducen la contaminación visual y olfatoria. El incendio intencionado está tipificado en el Código Penal como un delito de daños y es castigado con penas que pueden llegar hasta los 4 años de cárcel.

Francisco Javier Fernández-Giro Domec. ZARAGOZA

La mala educación

Cuando voy en el tranvía y sube alguien mayor, embarazada, etc., y en los asientos reservados va alguien joven con el móvil y ‘no ve’ a la persona, me acerco y les digo, "¿sois tan amables de cederle el asiento…?". Y cuando subo con mi madre, 86 años, con más motivo. Nunca me he encontrado con alguien que me dijera no o algo similar hasta el otro día, cuando una señora de unos 45 años iba sentada junto a su hijo de unos 12 que iba jugando con el móvil. Me acerqué con mi madre y les dije: "¿Sois tan amables de cederle el asiento?". La respuesta fue: "Mi hijo paga como los demás". Yo: "No es cuestión de pagar, estos asientos están reservados a personas con un trato especial". Ella: "No te levantes, cariño, que me levanto yo" (no con buena cara). ¿Qué aprendió el niño, que en ningún momento levantó la cara del móvil? Que él paga y no tiene por qué levantarse aunque venga un anciano, una embarazada o alguien con muletas, que él tiene el mismo derecho. ¡Qué diferencia cuando yo tenía su edad, que mi madre me dijo "levántate para que se siente esa señora" y solo tuvo que decirlo en dos ocasiones, a la tercera nos levantábamos nosotros!

César Ramón Carnicer. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

cartas@heraldo.es

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión