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Vacaciones de política

Cartel
 
 

Cuando Benito Sánchez se fue de crucero con su mujer para celebrar sus bodas de oro lo pasó fatal. Una vez allí se enteró de que existe un pacto no escrito por el que se desaconseja entablar conversaciones sobre política y religión cuando se está disfrutando de unas vacaciones a bordo de tan lujosa embarcación. Supo entonces que es la forma de evitar enfrentamientos, en un marco de diversión y relajado, entre personas procedentes de distintas culturas y con formas muy diferentes de entender la vida.

Así pues, el bueno de Benito estuvo condenado a morderse la lengua durante veinte días con sus veinte noches; tuvo que dejar aparcado todo ese tiempo uno de sus mayores placeres: sentarse en torno a una mesa, acompañado de sus amigos, degustando un coñac y poniendo a caldo a los señores próceres. Pero con el paso del tiempo, descubrió las virtudes de rehuir temas conflictivos. Contra todo pronóstico, ponerse a dieta de debates ideológicos fue mano de santo: su tensión arterial se reguló, y hasta cree para sus adentros que tuvo que ver con la misteriosa reducción de su colesterol "malo".

Aquella experiencia le ha venido bien en este verano tan atípico en el que se han celebrado elecciones generales anticipadas. Como cada año, el 1 de julio se plantó buscando la fresca en la casa familiar del pueblo, procedente de Zaragoza, y allí va recibiendo hasta septiembre un reguero de hijos, nueras, yernos, nietos y amigos. Así que en esta ocasión, nada más llegar se anticipó a los acontecimientos y colgó un cartel en la puerta principal del caserón que dice: "Esto no es un crucero de lujo, pero también está prohibido hablar de religión y, sobre todo, de política. Tengamos el verano en paz".

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Nuria Casas)

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