Jóvenes con valores

Los estudiantes se examinaron de Historia, primera prueba de la Evau.
Jóvenes con valores
Guillermo Mestre

Con motivo de la última convocatoria de la Evau, la prueba de acceso a la Universidad, leía en el periódico ‘La Comarca del Bajo Aragón’ algunas de las circunstancias que habían rodeado a chicos y chicas que se encontraban entre los que habían sacado las mejores notas. 

Peripecias vitales que ponen de manifiesto lo que se puede conseguir con esfuerzo e ilusión, aunque se parta de dificultades y de obstáculos.

Mario García Barranco, del Instituto de Andorra, obtuvo una calificación de 13,149. Tuvo un curso muy complicado porque le detectaron en diciembre un linfoma, que supuso varias sesiones de quimioterapia. No podía ir a clase, pero decidió seguir con el curso. Sus profesores le daban las clases ‘on line’. Ya recuperado, reconoce que todo este proceso ha sido el empujón final para decidir la carrera que quiere estudiar, Ciencias Biomédicas, que quiere cursar en Barcelona.

Salwa El Khairaoui, del Instituto de Utrillas, obtuvo la nota más alta de Evau en su instituto. Pero para ella el resultado es mucho más que un logro personal: "Lo que me ha hecho luchar por la nota más alta -dice- es cumplir el sueño de mi madre que es verme con un buen futuro". Quiere estudiar Enfermería porque siempre ha querido algo relacionado con la salud. "Me gusta mucho ayudar a la gente", dice. Su idea es cursar la carrera en Teruel o en Zaragoza.

Salwa es un ejemplo de integración. Llegó de Marruecos con 9 años y tuvo que enfrentarse a aprender un nuevo idioma: "Aprendí a ser autónoma. A día de hoy mi familia no controla el idioma; están muy orgullosos de mí". Como ocurre con Mario, los profesores juegan un papel fundamental en estos casos donde el interesado tienen que aportar una dosis mayor de esfuerzo. Salwa reconoce que la nota no hubiese sido posible sin el apoyo de sus profesores. "Me gustaría agradecerles su apoyo e interés. Nos hemos convertido en una especia de familia".

Sin duda son jóvenes con esperanza. Como es el caso de Pablo Alonso, un joven de Salamanca, de 21 años, recientemente fallecido, que decidió hacerse fraile carmelita cuando le quedaban pocos meses de vida. Padecía un sarcoma de Ewing. La ceremonia fue en el mismo hospital donde estaba ingresado, en presencia de sus padres y de varios religiosos. Una vida corta pero que Dios ha llenado de fe y esperanza. 

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Carlos Sauras)

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